Foto Los acusados Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco
El 5 de mayo de 1920 fueron arrestados en una de las redadas policiales contra los anarquistas. Y aunque al comienzo fueron acusados de distribuir panfletos subversivos y de poseer una pistola, poco después las autoridades los vincularon a un doble crimen que se había cometido, 20 días antes, en South Baintree. De nada sirvieron las numerosas pruebas que los desvinculaban del asesinato de Frederick Parmentier, cajero de una fábrica de calzado, y del guardián Alessandro Berardelli, cometido por dos ladrones que se habían alzado además con 15.677 dólares y que después huyeron. El proceso comenzó el 31 de mayo de 1921 y estuvo viciado desde el comienzo. Los jueces no escucharon a un testigo que declaró a la policía que Sacco y Vanzetti no eran los hombres que había visto disparar durante el robo. Ni tomaron en cuenta que el cónsul italiano declaró que, a la hora del crimen, Sacco se encontraba en su despacho. Ni siquiera que la bala homicida era de un calibre diferente de la del arma secuestrada a los anarquistas. Peor aún, Sacco y Vanzetti fueron condenados incluso después de que Celestino Madeiros, compañero de prisión, confesó haber sido él uno de los asesinos de los empleados de la fábrica de calzado Slater and Mornil de South Baintree. Tampoco sirvió de nada la ola de indignación que la injusticia del proceso provocó en la opinión pública norteamericana y mundial.
La evidente persecución ideológica y xenófoba de las autoridades de EE.UU. quedaba en evidencia en declaraciones como las del presidente del tribunal, Webster Thayer, que dijo en una de las audiencias: Los imputados en el asesinato son culpables de socialismo. Un gran movimiento de solidaridad recorrió el mundo y en casi todos los países se formaron comisiones para intentar ayudar a los dos anarquistas. A pesar de las prohibiciones, manifestaciones obreras y protestas multitudinarias se sucedieron en Londres, Nueva Delhi, París, Roma y Buenos Aires, entre otras capitales del mundo. Por ellos se produjo la primera huelga internacional (que se cumplió en casi todos los países del mundo) y pidieron clemencia Einstein, Marie Curie, Bernard Shaw, Orson Welles y Miguel de Unamuno además de otros intelectuales, científicos, actores y organizaciones defensoras de los derechos civiles. La ejecución de Sacco se llevó a cabo a las 0.19 del 23 de agosto de 1927 en la silla eléctrica y siete minutos después una potente corriente eléctrica acabó con la vida de Vanzetti. Si no hubiera existido este acto de injusticia probablemente hubiéramos muerto en el anonimato y nuestras palabras, ideas y sufrimientos no significarían nada. Desde hoy nuestra muerte es lo único que cuenta. Nuestra condena se ha convertido en nuestro triunfo, dicen que dijo Vanzetti cuando supo que el juez Thayer dictó la pena de muerte. Una inmensa procesión acompañó los dos ataúdes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario