Quién Era Nicola Sacco


Italiano de la Puglia, de Torre Maggiore, provincia de Foggia, nació el 23 de abril de 1891. A los 17 años, fundamentalmente la situación de su familia lo llevó a emigrar.
Llegó a la tierra prometida en 1908, año de hambre y desocupación. A pesar de tener conocimientos de mecánica no encontró trabajo en este oficio. Los extranjeros no eran considerados para las tareas especializadas y apenas si conseguían trabajo en fábricas. Consiguiendo una colocación como zapatero en la fábrica de calzados de Kelly.
Cuando estalla la guerra Sacco se define contra ella. "Esta guerra no es para empuñar el fusil... se hace en beneficio de los grandes millonarios" dirá más adelante.En la lucha antibélica organiza mítines y conferencias. Participa activamente en la huelga de Middford, y en todas las luchas por la libertad de muchos de sus compañeros.Su capacidad de amor y de ternura hacia su compañera Rossina y hacia su hijo se vuelca a todos los seres humanos, a su clase explotada, y lo impulsa a la lucha social.


CARTA DE NICOLA SACCO A SU HIJO DANTE





Foto: Nicola Sacco, su hijo Dante y Rossina su esposa




18 de agosto de 1927
Mi querido hijo y compañero:
“He tenido siempre la idea de escribirte esta carta, pero la huelga de hambre y el pensamiento de que tal vez no lograra explicarme bien me han hecho retrasarla todo este tiempo. /…/
Si no ocurre nada entre el viernes y el lunes, nos electrocutarán el 22 de agosto… Por lo tanto, aquí estoy contigo lleno de cariño y con el corazón abierto, como he estado siempre en el pasado. /…/
Creo que nuestro afecto recíproco es hoy más profundo que en cualquier otro momento, pues no sólo es muy grande, sino que se puede comprobar el amor fraterno no solamente en la alegría, sino también en la lucha y en el sufrimiento. Recuerda esto, Dante. Hemos demostrado esto y, modestia aparte, estamos orgullosos de ello. /…/
Lo que voy a decirte ahora te va a conmover, pero no llores, Dante, porque se han derramado muchas lágrimas en vano, y tu madre ha llorado durante siete años sin que sirviera para nada. Así que, hijo mío, en lugar de llorar, sé fuerte para poder consolar a tu madre, y cuando quieras distraerla de su desaliento, te diré lo que yo solía hacer. La llevaba a dar un largo paseo por el campo, a recoger flores silvestres de aquí y de allá, y a descansar a la sombra de los árboles, en medio de la armonía de los riachuelos alegres y la suave tranquilidad de la madre naturaleza, y estoy seguro de que a ella le gustará mucho que lo hagas, y tú te sentirás feliz con ello.
Pero recuerda siempre, Dante, que en el juego de la felicidad no tienes que usarla para ti solo, sino mirar un paso detrás de ti. Ayuda a los débiles que piden ayuda, ayuda a los perseguidos y a las víctimas, porque ellos son tus mejores amigos; son los camaradas que luchan y caen, como cayeron ayer tu padre y Bartolo por la conquista de la alegría, de la libertad para todos los pobres trabajadores. En esta lucha por la vida encontrarás más amor y serás amado.
Lo que tu madre me ha contado que decías durante esos días terribles en que estaba en la celda de los condenados, en ese lugar inicuo, me ha dado una gran alegría, porque me demostraba que serás el muchacho querido con el que siempre he soñado.
Por lo tanto, suceda lo qué suceda mañana, cosa que nadie sabe, si nos matan no debes olvidar mirar a tus amigos y camaradas con la misma sonrisa de gratitud con que miras a los seres queridos, pues ellos te quieren del mismo modo que quieren a todo camarada perseguido que ha caído. Y esto te lo dice tu padre, que te ha dado la vida, tu padre que te ha querido y los ha visto y que conoce la nobleza de su fe (que es la mía) y el gran sacrificio que siguen haciendo por nuestra libertad; pues he luchado con ellos y son los que tienen aún nuestra última esperanza y hoy pueden todavía salvarnos de la silla eléctrica; es la última lucha entre los ricos y los pobres por la seguridad y la libertad. Hijo, quiero que comprendas en el futuro esta inquietud y esta lucha a vida o muerte.
/…/ Dante, pueden crucificar hoy nuestros cuerpos, como lo están haciendo, pero no pueden destruir nuestras ideas, que servirán para los jóvenes que vengan después.
Dante, cuando antes he dicho tres seres humanos enterrados, quise decir que con nosotros hay otro joven que se llama Celestino Madeiros, al que van a electrocutar al mismo tiempo que a nosotros. Ha estado ya dos veces antes en esa horrible celda de los condenados, que deberían destruir las piquetas del verdadero progreso, esa horrible celda que será para siempre la vergüenza de los ciudadanos de Massachusetts. Deberían destruir el edificio y levantar una fábrica o una escuela para enseñar a muchos de los cientos de huérfanos pobres del mundo.
Te pido una vez más que quieras a tu madre y estés cerca de ella y de los seres queridos en estos días; estoy seguro de que con la ayuda de tu valor y de tu bondad sentirán menos la pena. Y tampoco olvidarás, hijito mío, quererme a mi también un poco, puesto que pienso tanto y tan a menudo en ti.
Saludos fraternales a todos los seres queridos; muchos besos a tu pequeña Inés y a tu madre. Para ti, un abrazo de todo corazón.
Tu padre y compañero.

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