Padre Pío de Pietrelcina


Francesco Forgione, quien sería conocido en la posteridad como el Padre Pío, nació en la localidad de Pietrelcina, en la Campania italiana, en 1887. Desde niño sintió una profunda vocación religiosa y a los 16 años fue aceptado como novicio en el convento de los frailes capuchinos en Morcone. En agosto de 1916 fue ordenado como sacerdote en la catedral de Benevento y posteriormente fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo, en la provincia de Foggia, donde vivió hasta su muerte en 1968.
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El niño Francesco comenzó desde muy pequeño a tener visiones místicas (su madre relataba que cuando niño él aseguraba que podía hablar con su ángel guardián y el de otras personas, algo que para él era algo tan natural que pensaba que todo el mundo podía hacerlo). El 20 de septiembre de 1918, mientras acababa de terminar el rezo de la Liturgia de las Horas, el padre Arcángel, uno de los religiosos que lo acompañaba en ese momento, se percató que las manos del Padre Pío estaban sangrando. Con aire preocupado, le preguntó: “¿Se ha herido?”. Con el rostro desencajado y el paso vacilante, el Padre Pío se presentó a su Superior, quien al verlo quedó petrificado. Además de las manos y los pies, también el costado de su cuerpo sangraba profusamente. Lo increíble era que la sangre no coagulaba y, además, emanaba un agradable perfume a flores (el denominado “olor a santidad”). El Superior enseguida puso al tanto de la situación al Padre Provincial, aunque la noticia no duró mucho tiempo oculta. Miles de personas comenzaron a llegar al convento a ver al “santo”, para confesarse con él o escucharlo celebrar la Santa Misa. La Santa Sede ordenó intensificar el estudio médico y sustraer al Padre Pío de la curiosidad popular, por lo que se le prohibió celebrar misa en público y confesar. El Padre Pío, obedeciendo la orden, vivió durante mucho tiempo una vida perfecta de claustro y bajo las órdenes de los médicos, que no encontraron las causas naturales de sus heridas.

Los estigmas pasionarios de Jesucristo acompañarían por el resto de su vida al Padre Pío hasta el día de su muerte, a los 81 años. Por ello, cuando confesaba o hacía misa, llevaba las manos cubiertas con guantes o vendas, aunque en algunas ocasiones eran sus mismos superiores los que le pedían que descubriera sus manos para que los estigmas pudieran ser fotografiados.
Además de sufrir los estigmas pasionarios y desprender el “olor a santidad”, una fuerte fragancia de flores que se podía percibir en su presencia, los acólitos del padre Pío aseguraban que éste tenía otros dones como la clarividencia y discernimiento extraordinario o capacidad de leer las conciencias, don que utilizó frecuentemente durante el ministerio del sacramento de la confesión; la curación de enfermedades mediante el poder de la oración; la levitación o poder de suspenderse por sí sólo en el aire; la xenoglosia o facultad de hablar varios idiomas; la bilocación o la capacidad de estar en dos lugares al mismo tiempo; y la capacidad de ver apariciones de ángeles, demonios, personas fallecidas, la Virgen María y Jesucristo.
Figura controvertida
Los milagros del Padre Pío fueron objeto de numerosas investigaciones. En el período comprendido entre 1924 a 1931, de hecho, la Santa Sede hizo varias declaraciones negando que los acontecimientos en la vida del padre Pío se debieran a alguna causa divina. Y en un momento dado, como se mencionó anteriormente, se le impidió públicamente el desempeño de sus deberes sacerdotales, como el confesar y dar misa. El padre médico y psicólogo Agostino Gemelli, enviado por el Vaticano para investigar el caso, afirmó que sus estigmas “eran de origen neurótico”. Por temor a disturbios locales, un plan para transferir al padre Pío a otro convento fue abandonado por temor a los disturbios que se pudieran producir y un segundo plan fue cancelado cuando una manifestación organizada por sus acólitos estuvo a punto de desbordarse.
Como consecuencia de esto, el Padre Pío pasó 10 años ―de 1923 a 1933― aislado completamente del mundo exterior. El Papa Pío XI ordenó a la Santa Sede que se revirtiera la prohibición de la celebración de misa y confesión, mientras que el Papa Pío XII, quien asumió el papado en 1939, animó a los devotos a visitar al religioso, que fundaría por esta época la “casa de alivio al sufrimiento”, un hospital para curar a los enfermos tanto desde el punto de vista espiritual como físico.
El papa Juan XXIII, por el contrario, después de atender algunas denuncias que aseguraban que el Padre Pío falsificaba sus milagros, provocaba sus estigmas con ácido nítrico y usaba agua de colonia para crear el «olor de santidad» que lo hacía famoso, le prohibió decir la misa en público, publicar sus populares oraciones, recibir visitas y hablar con mujeres en privado. El papa Pablo VI, que reemplazó a Juan XXIII tras su muerte en 1963, negó las acusaciones de su antecesor y reivindicó la figura del Padre Pío. El papa Juan Pablo II, finalmente, lo consagraría como santo en el año 2000.
Los asombrosos milagros del Padre Pío
Con respecto a las bilocaciones del Padre Pío o su capacidad de estar en dos lugares a la vez, existen testimonios bastante fidedignos. El Cardenal Merry del Val contó al Papa Pío XII que una vez había visto al Padre Pío, que se encontraba enclaustrado como siempre en su capilla de San Giovanni Rotondo, rezando en San Pedro frente a la tumba de San Pío X, el día de la canonización de Santa Teresita. El Papa entonces le preguntó al Beato Don Orione qué pensaba del asunto, a lo que éste respondió: “Yo también lo vi. Estaba arrodillado rezando a San Pío X. Me miró sonriente y luego desapareció”.
En otra oportunidad, Monseñor Damiani, un obispo uruguayo, fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre Pío. Luego de hacerlo se quedó unos días en el convento. Una noche se sintió enfermo y llamaron al Padre Pío para que le diera los últimos sacramentos. Éste tardó mucho en llegar y cuando lo hizo le dijo: “Ya sabía yo que no te morirías. Volverás a tu diócesis y trabajarás algunos años más para gloria de Dios y bien de las almas”. “Bueno”, contestó Monseñor Damiani, “me iré pero si usted me promete que irá a asistirme a la hora de mi muerte”. El Padre Pío le contestó: “Te lo prometo”. Monseñor Damiani volvió al Uruguay y trabajó durante cuatro años en su diócesis. En el año 1941, cuando Monseñor Alfredo Viola festejó sus bodas de plata sacerdotales, hacia la medianoche el Arzobispo de Montevideo Antonio María Barbieri se despertó al oír que alguien golpeaba a su puerta. Cuando abrió, apareció un fraile capuchino que nunca había visto y que le dijo: “Vaya inmediatamente a ver a Monseñor Damiani. Se está muriendo”. Monseñor Barbieri fue corriendo a la alcoba de Monseñor Damiani, justo a tiempo para que éste recibiera la extremaunción y escribiera en un papel las siguientes palabras: “Padre Pío..” aunque no pudo terminar la frase. Esa noche, por cierto, fueron muchos los testigos que vieron a un desconocido padre capuchino caminando por los corredores. En 1949 Monseñor Barbieri fue por primera vez a San Giovanni Rotondo y, con estupefacción, cuando vio al Padre Pío reconoció en el religioso al capuchino que había visto aquella noche, a más de diez mil kilómetros de distancia. El Padre Pío, por supuesto, no había salido en ningún momento de su convento. Hoy día, en Uruguay, hay una gruta que recuerda esta bilocación, la misma donde el Padre Pío supuestamente ha hecho varios milagros.
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También es famoso el caso de un comandante general de las Fuerzas Aéreas Americanas que, en plena Segunda Guerra Mundial, mientras éstas se encontraban acuarteladas en la ciudad italiana de Bari, en el sur de Italia, ordenó a un escuadrón de bombarderos que arrasaran un depósito de material de guerra alemán supuestamente localizado cerca de San Giovanni Rotondo. Sin embargo, cuando los aviones se encontraban cerca del blanco, sus hombres y él aseguran que vieron en el cielo a un monje con las manos alzadas. Las bombas que habían dejado caer cayeron finalmente en los bosques, mientras los aviones invertían por sí solos su curso. Después de la fallida misión, todos se preguntaban quién era ese monje a quién los aviones habían obedecido. Posteriormente, alguien le contó a este general que “en San Giovanni Rotondo había un monje que hacía milagros”. Una vez terminada la guerra, el general fue al convento de los Capuchinos acompañado de varios pilotos. Una vez que entró en la sacristía, el general se encontró delante de varios monjes. Entre ellos, reconoció de inmediato al monje que había detenido sus aviones. Era el Padre Pío, quien, al verlo, caminó hacia él y le dijo: “¿Usted es quien quiso matarnos a todos nosotros?”. Aturdido y conmocionado por la mirada y por las palabras del Padre, el general se arrodilló delante de él. Como de costumbre, el Padre Pío le había hablado en dialecto italiano, pero el militar aseguró posteriormente que el monje le había hablado en inglés. Después de este episodio el general y sus compañeros, todos protestantes, se convirtieron al catolicismo.
El padre Ascanio, uno de los hermanos del padre Pío en su parroquia de San Giovanni Rotondo, relató una vez que “nosotros estábamos esperando al Padre Pío que tenía que venir a confesar a los penitentes. La Sacristía estaba llena de gente y todos estábamos pendientes de la puerta para ver cuando entrara. La puerta estaba cerrada y de repente vi al padre Pío que caminó sobre las cabezas de las personas, dirigiéndose luego hacia el confesionario. Posteriormente desapareció y después de algunos minutos comenzó a confesar. Yo no dije nada porque pensé que estaba soñando, pero cuando me lo encontré le pregunté: “Padre Pío ¿Cómo usted ha logrado caminar sobre las cabezas de las personas? “. Su respuesta fue bastante cómica: “Puedo asegurarte, hijo mío, que es igual que caminar en el suelo…”
Los campesinos de San Giovanni Rotondo recuerdan también que una vez, mientras esperaban con impaciencia que florecieran los árboles de almendras en primavera para obtener una buena cosecha, llegó una plaga de voraces orugas que devoraron las hojas y las flores de este fruto. Después de varios días de intentar detener esa invasión, los campesinos, preocupados por la ruina económica que se les avecinaba, le pidieron al Padre Pío que los ayudara. El sacerdote, que tenía una hermosa vista de los árboles frutales a través de su ventana en el convento, se puso las sagradas vestiduras y empezó a orar. Cuando terminó, tomó el agua bendita e hizo la señal de la Cruz en el aire, en dirección a los árboles. Al día siguiente no sólo las orugas habían desaparecido, sino que los árboles de almendras tenían nuevamente los retoños de sus frutos, lo que fue la antesala de una cosecha abundante.
En otra oportunidad, en una tarde de verano, mientras el Padre Pío disfrutaba de una jornada de conversación con varios religiosos en el jardín de su convento, donde abundaban todo tipo de árboles, muchísimos pájaros comenzaron a cantar y a hacer un gran ruido a la sombra de los árboles. El Padre Pío, incómodo por la sinfonía de sonidos de las aves que le impedía escuchar lo que decían sus hermanos de congregación, mirando a los pájaros les dijo: “silencio “. En ese mismo instante, los pájaros, los grillos y las cigarras quedaron en el más absoluto silencio. Las personas que estaban en el jardín quedaron estupefactas porque el Padre Pío les había hablado a los pájaros, tal como lo hacía San Francisco.
Además de estos increíbles testimonios, se cuentan una infinidad de anécdotas que grafican no sólo la capacidad de hacer milagros del padre Pío, sino también su sagacidad y buen humor. Un humilde y devoto trabajador de Roma, oyendo de los milagros del Padre Pío, deseaba ir a su convento para conocerlo. Pero había un ligero inconveniente. Una banda de ladrones estaba merodeando su barrio, lo que le impedía dejar su casa sola. Así las cosas, el hombre hizo el siguiente pacto mental con el sacerdote: “Padre, yo iré a visitarte si tú me cuidas la casa…”. Una vez que el hombre llegó a San Giovanni Rotondo, logró conocer al Padre Pío y confesarse con él. Al día siguiente, cuando fue de nuevo a saludarlo, el Padre Pío, en tono de broma, lo reprendió: “¿Aún estás aquí? ¡Y yo que estoy sudando tinta para sostenerte la puerta!”. El hombre se puso en marcha de inmediato, sin haber comprendido qué había querido decirle el religioso. Cuando llegó a su casa comprendió todo: Habían forzado la cerradura de su casa, pero los ladrones no habían logrado abrir la puerta.
En otra oportunidad, un sacerdote argentino que había oído hablar mucho sobre los famosos consejos del Padre Pío, decidió viajar desde su país a Italia con el único objeto de que el padre le diera alguna recomendación útil para su vida espiritual. Cuando llegó a Italia, se confesó con el Padre Pío, pero éste, después de bendecirlo y darle la absolución, lo despidió sin darle ningún consejo. El padre llegó a Argentina bastante desilusionado, por lo que comenzó a desahogarse contando el episodio a todo el mundo. “No entiendo por qué el padre no me dijo nada”- les decía- “Y yo que crucé el Atlántico sólo para eso. Se supone que el Padre Pío lee las conciencias y sabía que yo había ido con la esperanza de que me diera alguna recomendación para mi ministerio”. Así se quejaba, una y otra vez, hasta que uno de sus fieles le preguntó: “Padre, ¿está seguro que el padre Pío no le dijo nada?¿no habrá hecho algún gesto, algo fuera de lo común?”. Entonces el sacerdote se puso a pensar y, finalmente, recordó que el Padre Pío sí había hecho algo un poco extraño. “Me dio la bendición final haciendo la señal de la cruz sumamente despacio, tan despacio que yo pensé: ¿es que no va a acabar nunca?”, le contó a su acólito. “¡He ahí el consejo!”- le dijo éste- “Usted hace la señal de la cruz tan rápido que cuando nos bendice más que una cruz parece que estuviera formando un garabato”.
El santo más popular de Italia
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El 20 de septiembre de 1968 el padre Pío cumplió 50 años sufriendo los estigmas pasionarios, por lo que se celebró una misa multitudinaria en su capilla de San Giovanni Rotondo. Sus fieles ubicaron alrededor del altar 50 grandes macetas con rosas rojas, simbolizando su medio siglo de sangre. Tres días después, a los 81 años, el padre Pío falleció y su funeral fue tan multitudinario (llegaron más de 100 mil personas) que tuvieron que pasar cuatro días para que la multitud de personas pasara a despedirse. La tarde anterior al día de su muerte, el padre Pío realizó su última bilocación, pues mientras estaba en su lecho de muerte fue a “saludar” a Génova a un amigo religioso que acababa de accidentarse por una caída. Se cuenta que cuando una religiosa entró a la pieza de este religioso para llevarle una taza de té, sintió un fuerte perfume de flores que inundaba todo el entorno. Al preguntarle sobre el origen de la fragancia, el cura le contestó: “Es el Padre Pío que ha venido a saludarme y me ha dado su último adiós.”
El 16 de junio de 2002 el religioso capuchino que sufría los estigmas de Jesucristo, podía flotar en el aire y estar en dos lugares a la vez, leer las conciencias de sus acólitos, hacer florecer a los almendros y callar a los pájaros, fue canonizado bajo el nombre de san Pío de Pietrelcina. Su cuerpo, que pese al paso del tiempo permanece incorrupto en una urna de cristal en el santuario de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo, fue expuesto a pública veneración en 2008. Hoy, San Pío de Pietrelcina, el santo más venerado de Italia, es conocido en la península simplemente como “el santo de la gente”.

Serata Pugliese Due mila quindici

En el mes del 10º aniversario de su creación, el Centro Pugliese de Bahía Blanca y Región, realizara una nueva Serata Pugliese, en las instalaciones del Museo del Puerto de Ingeniero White, ubicado en la esquina de Guillermo Torres y Cárrega, en uno de los accesos del puente La Niña.


Entre las especialidades que se degustaran podemos citar Cartelatte, Ciambellone, Mandorlata, Crostata di Riccota e Pere,  Mandorlata di Ricotta e marmellata al caffe, Mesttazulle, entre otros, todos platos dulces típicos de la región Puglia.

Una tarde preparada por el Centro Pugliese de Bahía Blanca y región y la colaboración del Museo del Puerto. Enesta nueva oportunidad entregaremos nuevas recetas que recopilamos, disfrutaremos de canciones, recuerdos, y reencuentros ¡No te lo pierdas! 



Yo quiero a mi bandera: Belgrano, mucho más que el padre de la Bandera



El 20 de junio se celebra el Día de la Bandera, aunque en realidad no se trate del aniversario de su creación (se creó un 27 de febrero), sino como homenaje a su creador, Manuel Belgrano.

El 20 de junio festejamos el Día de la Bandera, en conmemoración del fallecimiento de su creador, el general Manuel Belgrano. Él dedicó su vida a la patria, fue vocal en la Primera Junta de gobierno creada en 1810, estuvo al frente de varias batallas para luchar por nuestra independencia y creó la bandera nacional. Nuestra bandera, celeste y blanca, fue izada por primera vez en Rosario, provincia de Santa Fe, y es por ello que en esta ciudad y frente al río se encuentra el Monumento a la Bandera.

Belgrano, mucho más que el padre de la Bandera
Manuel Belgrano propuso la igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que "la mujer es la que forma en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano".



No nos olvidemos que el feriado del 20 de junio estamos honrando a un gran hombre. Se llamaba Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y había nacido en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Estudió en el Colegio de San Carlos y luego en España, en las Universidades de Valladolid y Salamanca. Llegó a Europa en plena Revolución Francesa y vivió el clima de la época. Así pudo tomar contacto con las ideas de Rousseau, Voltaire, Adam Smith y el fisiócrata Quesnay.
Se interesó por la fisiocracia, que ponía el acento en la tierra como fuente de riqueza y por el liberalismo de Adam Smith, que había escrito en 1776 que “La riqueza de las Naciones” estaba en el trabajo de sus habitantes, en la capacidad de transformar las materias primas en manufacturas. Belgrano pensó que ambas teorías eran complementarias en una tierra con tanta riqueza natural por explotar.
En 1794 regresó a Buenos Aires con el título de abogado y con el nombramiento de Primer Secretario del Consulado, otorgado por el rey Carlos IV. El consulado era un organismo colonial dedicado a fomentar y controlar las actividades económicas. Desde ese puesto, se propuso poner en práctica sus ideas. Había tomado conciencia de la importancia de fomentar la educación y capacitar a la gente para que aprendiera oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país. Creó escuelas de dibujo técnico, de matemáticas y de náutica.
Las ideas innovadoras de Belgrano quedarán reflejadas en sus informes anuales del Consulado en los que tratará de fomentar la industria y modificar el modelo de producción vigente. Desconfiaba de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a poca gente, desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas manos. Su obsesión era el fomento de la agricultura y la industria.
El secretario del Consulado proponía proteger las artesanías e industrias locales subvencionándolas con “un fondo con destino al labrador al tiempo de las siembras como al de la recolección de frutos”. Porque “La importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí la ruina de una nación”.
En Memoria al Consulado 1802 presentó un alegato industrialista: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.


Belgrano pensaba que la primera tarea que se debía emprender para construir un país más justo consistía en modificar el sistema educativo colonial: “¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada y presente educación! Al niño se lo abate y castiga en las aulas, se le desprecia en las calles y se le engaña en el seno mismo de su casa paternal”.
Don Manuel propuso la igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que “la mujer es la que forma en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano”. Escribió: “El sexo femenino, expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las enfermedades que de ella se originan, expuestos a la prostitución, de donde resultan tantos males a la sociedad”.1
Un pensamiento sabio, actual, avanzado para la época, el de aquel hombre que en su lecho de muerte, en medio de la pobreza, aquel 20 de junio de 1820 alcanzó a decir: “Yo espero que los buenos ciudadanos de esta tierra trabajarán para remediar sus desgracias”.
1.                  Luzuriaga Aníbal J. Manuel Belgrano. Estadista y prócer de la independencia argentina, Univ. de Morón. Bs. As., , 2004.

El 27 de febrero de 1812, Belgrano estableció dos baterías de artillería en ambas orillas del río Paraná, próximas a la entonces pequeña población conocida como Villa del Rosario (la actual ciudad de Rosario). En esa misma fecha, hacia las 18:30 hs, y en solemne ceremonia, Belgrano dispuso que fuera por primera vez enarbolada una bandera de su creación (se presume que de dos franjas horizontales, blanca la superior y celeste la inferior). La tradición señala que esa primera bandera izada por Belgrano fue confeccionada por una vecina de Rosario de nombre María Catalina Echevarría de Vidal y quien tuvo el honor de izar la enseña fue un civil, Cosme Maciel, también vecino de Rosario. En esta ciudad se encuentra el Monumento Histórico Nacional a la Bandera asentado en el Parque Nacional a la Bandera.

¡Soldados de la Patria! En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno: en aquel, la batería de la "Independencia", nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo "¡Viva la Patria!"


El Gobierno Nacional prohibió el 3 de marzo de 1812 al general Belgrano utilizarla, por razones de política internacional, ordenándole que la ocultara disimuladamente y que la reemplazase por la usada en la Fortaleza de Buenos Aires (la rojigualda). Como Belgrano partió hacia el norte para hacerse cargo del Ejército del Norte, no tomó conocimiento de la orden de desechar la bandera. 

Luego de avanzar a San Salvador de Jujuy, el 25 de mayo de 1812 celebró el segundo aniversario de la Revolución de Mayo con un Te Deum en la iglesia matriz, durante el cual el canónigo Juan Ignacio Gorriti la bendijo. El 29 de mayo Belgrano informó al gobierno:
(...) el pueblo se complacía de la señal que ya nos distingue de las demás naciones (...)
El Triunvirato amonestó por ello a Belgrano el 27 de junio, quien contestó el 18 de julio diciendo:
La guardaré silenciosamente para enarbolarla cuando se produzca un gran triunfo de nuestras armas.
El 24 de julio la entregó al Cabildo de Jujuy. El triunfo lo obtuvo él mismo el 24 de septiembre de 1812 en la Batalla de Tucumán.

En enero de 1813 Belgrano volvió a confeccionar otra bandera, lo cual fue aceptado por la Asamblea del Año XIII al iniciar sus deliberaciones el 31 de enero de 1813, siempre y cuando fuera sólo usada como bandera del Ejército del Norte, y no del estado.
El día 13 de febrero de 1813, después de cruzar el río Pasaje (desde entonces llamado también Juramento), el Ejército del Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea del Año XIII y fue Eustoquio Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de conducir la bandera celeste y blanca reconocida por la Asamblea, tomó juramento de fidelidad a la misma al general Belgrano, quien después hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército.

Cumpliendo con lo que Vuestra Excelencia me ordena con fecha 1° del corriente, procedí este día a prestar el reconocimiento y competente juramento de obediencia a la soberana representación de la Asamblea Nacional bajo la solemnidad respetuosa de las armas a mi mando, y según la fórmula que V.E. me prescribe. El acto creo haber sido uno de los más solemnes que se han celebrado en toda la época de nuestra feliz revolución. La bandera del Ejército fue conducida por el Mayor General D. Eustoquio Díaz Vélez, a quien llevábamos en medio el Coronel Don Martín Rodríguez y yo escoltados de una compañía de granaderos que marchaba al són de música. Formando el Ejército en cuadro, se situó en medio dicho Mayor General con la bandera, proclamé al ejército, anunciándole la nueva que motivaba aquel acto, e hice leer en voz alta el oficio circular de V.E. e impreso adjunto. Inmediatamente presté, por mi parte, el juramento a presencia de las tropas, y bajo la fórmula prescripta, ante el Mayor General, quien lo ejecutó del mismo modo ante mí. Continuaron después los coroneles y comandantes del ejército y, concluido el juramento de éstos, interrogué bajo la misma fórmula a todos los individuos que formaban el cuadro, quienes con sus expresiones y la alegría de sus semblantes, manifestaban la sinceridad de sus promesas y el júbilo que había causado en todos, el logro de sus justos deseos. Colocando después, el Mayor General, su espada en cruz con la asta bandera, todas las tropas en desfilada, la fueron besando de uno en uno, y finalizado éste acto, volvió el mismo Mayor General con la bandera hasta el lugar de mi alojamiento a la cabeza de todos los cuerpos, que le seguían a són de música. Yo no puedo manifestar a V.E. cuanto ha sido el regocijo de las tropas y demás individuos que siguen a éste ejército: una recíproca felicitación de todos por considerarse ya revestidos con el carácter de hombres libres, y las más ardientes y reiteradas protestas de morir antes de volver a ser esclavos, han sido las expresiones comunes con que han celebrado tan feliz nueva y que deben afianzar las esperanzas de cimentar, muy en breve, el gran edificio de nuestra libertad civil.


Recientemente este acontecimiento ha sido reconocido como trascedente por los historiadores:
...[L]o ocurrido el 13 de febrero de 1813 posee mayor significación porque éste es el momento en que nace, de hecho, la bandera nacional, ininterrumpidamente enarbolada en lo sucesivo y expresamente reconocida por el Congreso de Tucumán como la única enseña de los argentinos. ... aquella ceremonia del 13 de febrero de 1813 a orillas del Pasaje consistió en la solemne y definitiva incorporación al Ejército del Norte de la bandera ideada por Belgrano –sin que aún podamos afirmar cuál era en aquella oportunidad la distribución de sus colores, ante la cual jefes, oficiales y soldados juraron obediencia a la Asamblea del Año XIII- y dentro de la historia patria tiene mayor jerarquía que todas las otras vinculadas con el pabellón argentino, por cuanto recién en este momento alcanza nuestra bandera el carácter de símbolo de las Provincias Unidas.3

El 20 de febrero de 1813 se libró la Batalla de Salta, en la cual Belgrano logró un triunfo completo. Esta es la primera batalla que fue presidida por la bandera celeste y blanca, como bandera del Ejército del Norte. Concluida la batalla de Salta la bandera fue colocada en el balcón del Cabildo por Eustoquio Díaz Vélez y los trofeos apoderados de los realistas ubicados en la Sala Capitular.
Díaz Vélez, nombrado gobernador militar de la Intendencia de Salta del Tucumán, fue la primera autoridad salteña en utilizar la bandera celeste y blanca.
Es bueno recordar que Eustoquio Díaz Vélez la expondrá luego en el cabildo para manifestar que la Nación que se gestaba se instalaba definitivamente en el hoy noroeste argentino.4
Fue usada durante la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú hasta la batalla de Ayohúma el 13 de noviembre de 1813.

La bandera fue adoptada oficialmente como símbolo de las Provincias Unidas del Río de la Plata el 20 de julio o 25 de julio de 1816 por el Congreso General Constituyente de San Miguel de Tucumán. Es el mismo Congreso que había proclamado el 9 de julio de 1816 la Independencia argentina. En dicho Congreso participaron diputados que representaron a Tarija y otras zonas al norte de Argentina, actual Bolivia. En esa sesión se confirmó el uso de la bandera creada por Manuel Belgrano como la única bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta bandera es la que la República Argentina recibió en herencia.

La primera bandera argentina constaba de un cuadro celeste cosido a un cuadro blanco de igual tamaño (las medidas son imprecisas, pues estas banderas eran elaboradas por militares en servicio en circunstancias a veces adversas que no permitían tomar tanto tiempo en la elaboración de un distintivo). Se cambió paulatinamente al diseño de fajas horizontales debido a que en ocasiones las banderas eran de tamaños desproporcionados y debían izarse de formas distintas. La bandera menor citada está dividida en tres franjas horizontales de igual.



  Bandera usada por Belgrano en 1812 y Bandera de la Provincia de Tucumán desde 13 de abril de 2010



  Bandera izada por Belgrano en Rosario hacia 1812



  Primera bandera aprobada como oficial por las Provincias Unidas en 1816



  Bandera de 1819 a 1820, cambiado a azul en detrimento del celeste por negociaciones monárquicas con Francia



  Bandera de Artigas usada por la Liga Federal entre 1815 y 1820




  Bandera de la Argentina a fines de 1840




  Bandera de la Confederación Argentina (1860)



  Bandera civil de la Argentina hasta 1985. Como "bandera de guerra" se usó siempre la bandera con el Sol de Mayo.




"SETTIMANA SANTA IN PUGLIA”

La Semana Santa en Puglia es rica en eventos y celebraciones que durante siglos han sido punto de referencia para la comunidad.

La identidad de los pueblos de esta región, se expresa a través de los ritos y tradiciones, transmitidas de generación en generación, convirtiéndose en parte de un patrimonio colectivo de inestimable valor antropológico y cultural más que religioso. Son muchas las ciudades de Puglia que han mantenido recorridos de fe cargados de emociones que tienen como contexto excepcional  un escenario formado por el centro de la ciudad, las catedrales románicas, callejones adoquinados, torres, fortalezas y castillos. De esta manera la religión y el misticismo se unen a través de la arquitectura medieval de las zonas urbanas, en un ambiente de compromiso emocional y sensorial intenso.



En Semana Santa en Puglia, tiene lugar un viaje al descubrimiento de antiguos ritos, visitando esplendidos lugares y viviendo momentos de intensa espiritualidad, a través de un recorrido que desde la provincia de Bari llega a las de Taranto y Lecce. Participan en este recorrido no sólo los fieles sino también los turistas, que en estas fechas llegan desde distintos lugares del mundo, para admirar las ciudades con considerable patrimonio artístico, cultural y que les permite saborear sus especialidades enogastronómicas

MOLFETTA, RITI E TRADIZIONI

Entre arte y tradición, Molfetta revive la Pasión del Señor con tres eventos importantes:

el viernes antes del Domingo de Ramos, se realiza la ceremonia correspondiente al rito de la "Sventurata", en honor de Nuestra Señora de los Dolores, que comienza a las 15.30 horas frente a la Iglesia del Purgatorio, con la banda musical de la ciudad interpretando "La Sventurata" (La Desdichada).

El viernes santo tiene lugar la procesión de los Misterios “Processione dei Misteri”, el más antiguo rito religioso celebrado por la Archiconfraternidad de San Stefano, a partir de las 3.30 de la mañana desde la iglesia de San Stefano.


Los miembros de la confraternidad transportan en procesión  las cinco estatuas que representan a los misterios dolorosos, realizadas en la segunda mitad del siglo XVI. “Cristo nell’Orto degli Ulivi”, “Della Flagellazione”, “l’Ecce Homo”, “il Cristo al Calvario” y “il Cristo Morto”. Las estatuas se mueven lentamente por las calles del centro mientras se interpretan marchas fúnebres.
El último rito de la semana es la “Procesión de la Pietà”, que se celebra el Sábado Santo.



La procesión se integra con maravillosas estatuas  llevadas sobre los hombros de los miembros de las Confraternidades de La AssuntaConfraternidad del CarmineConfraternidad de Maria SS. De la PurificaciónConfraternidad de la Beata Virgen de Loreto,  Confraternidad de la Inmaculada, mientras laConfraternidad de San Antonio con sus túnicas blancas transporta la estatua de  S. Giovanni, y por último La Pietà, transportada por laArciconfraternidad  de la Muerte con su túnicas negras. Durante la salida de las estatuas, la banda toca la primera marcha fúnebre “Gatti” y sigue con “Perduta”.



A medio día en punto en cuanto la imagen de la Piedad llega al sagrario de la iglesia, la banda interpreta las notas de la marcha “Dolor”. 



LA PASSIONE VIVENTE AD ALBEROBELLO
Desde hace treinta años en Alberobello, el viernes santo todos los jóvenes de la comunidad de San Antonio trabajan con dedicación, empeño y bravura en la representación de la Pasión Viviente. 


Una revocación que escenifica, a través de la imagen de la Pasión de Cristo, una oportunidad para reflexionar sobre los sufrimientos y las dificultades del mundo y el sentido de la peripecia humana de cada uno de nosotros. Un momento de extraordinaria intensidad espiritual y de notable valor cultural y artístico, un evento ya característico de la Pascuapugliese que convoca millares de visitantes, creyentes o no, provenientes d distintas partes de Italia y del exterior. Es así como más de doscientos interpretes se mueven sobre un escenario natural de piedra y de olivos primero y después por las calles del centro histórico de la Capital de los Trullis y dan nueva voz a las palabras de los Evangelios.

Settimana Santa in Puglia




La dimensión teatral y escénica sigue siendo en casi todos los eventos un componente muy fuerte, un carácter que distingue a esta región de la mayoría de los rituales y celebraciones de las otras regiones meridionales.

Cucina Della Pasqua Pugliese

Las comidas y sobre todo los postres que se preparan en los días de Semana Santa, son alimentos que, en la mayoría de los casos son de gran valor metafórico y reclaman en la forma o en la composición de un elemento importante en el imaginario simbólico, “el huevo”, elemento universalmente considerado símbolo de vida y de renacimiento. Muchas son las preparaciones incluyen huevos, ya sea insertándolos enteros en la masa o utilizándolos en la preparación de la receta. Incluso el cordero, por supuesto, se encuentra muy a menudo, sobre todo en la forma de una figurilla de mazapán (pasta de almendra y azúcar) cubiertas de hielo real. Antigua costumbre, que continúa hoy en día, establece que estos dulces se intercambian en el Domingo de Resurrección, entre los jóvenes.



La pasta real o pasta de almendras es utilizada en la preparación de diversos dulces en la cocina pugliese y en particular en la salentina. En el caso de la cocina pugliese, un clásico de la tradición pascual es el “agnello di pasta di mandarle”.

Infaltable en la Pascua, es la preparación de un postre pugliese, al que se añade huevo, llamado en dialecto "Scarcella” (en Bari y Foggia), “curruchele”(en Brindisi), o “cuddura puddica cu uvoe” (en Lecce ), “chelomme o pupas” (en Taranto), existiendo diferencias no solo en cuanto al nombre, también en la forma y el número de huevos (que sube a 21 Salice Salentino, pan grande que la novia le da a su amado).

Normalmente se hace con harina mezclada con huevos, azúcar, aceite de oliva, una pizca de bicarbonato de sodio, un poco de leche y un poco de sal. La masa se trabaja para que adquiera forma de pez, roscas, ochos, palomas, cestas, muñecas, caballos, etc. Sobre estas formas surgen uno o más huevos duros con cáscara, sujetos con tiras de masa dispuestas en Cruz.              
       


  RECETA DE LA SCARCELLA

Ingredientes: 500 gr. Harina leudante y una cucharadita de polvo de hornear (o de harina común y medio sobre de levadura en polvo), 3 huevos, 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, 100 gr. azúcar blanco, una pizca de bicarbonato de sodio, un poco de la leche tibia, cáscara de limón rallada.


Preparación: Prepare la masa con la harina, una pizca de bicarbonato de sodio, 2 huevos enteros (yema+clara), el aceite, el azúcar, la leche y un poco de cáscara de limón rallada. Cuándo la masa esté homogénea, tiéndala con un rodillo hasta obtener una lámina con un espesor de medio centímetro.



Corte dos tiras de masa de 1 cm. de ancho y unos 12 cm. de largo. Al resto de la masa darle la forma deseada, por ejemplo la forma de una paloma (puede usar un molde o simplemente un cuchillo) y apoye encima el huevo que queda (duro y con la cáscara, lavarlo bien antes de la cocción). Use las tiras de masa cortadas anteriormente para fijar el huevo a la paloma (colocar las tiras en forma de cruz encima del huevo para crearle como una jaula que lo fije a la paloma evitando que se mueva). Caliente antes el horno a 180°C y hornear durante una hora.


Si se opta por la forma de rosca “ciambella”, formar dos cordones de masa y entrelazarlos uniendo los extremos para formar la rosca.



Pintar con huevo batido antes de hornear, o tras haber sacado la "Scarcella" del horno, se pude bañar con glasé, que se prepara poniendo en una taza 3 cucharadas de azúcar impalpable y una clara de huevo, mezclando de a poco hasta formar una salsa espesa. A continuación se le agrega una cucharada sopera jugo de limón de a poco y se continúa removiendo durante unos minutos más. Pincelar la rosca en caliente  (evite echar el compuesto encima del huevo entero). Sirva frío.


En cuanto a los platos principales el cordero sacrificial, es desde tiempo inmemorable un componente distintivo de la mesa pascual. Para los judíos el cordero es símbolo de la liberación de la esclavitud en Egipto. Por este motivo, era parte integrante de la comida pascual. Para los cristianosel cordero es el símbolo del sacrificio de Jesús Cristo para la salvación de la humanidad. Una de las maneras en que  los puglieses preparan el cordero para Pascua es el “Agnello con piselli”.

RECETA DEL “AGNELLO CON PISELLI”

Ingredientes: un kilogramo de cordero, medio kilogramo de arvejas frescas, 100 gramos de panceta,  una cebolla, dos huevos, 60 gramos de queso pecorino rallado, 100 ml de vino blanco seco, 100 ml de aceite extra virgen de oliva, perejil, pimienta, sal y 1 cucharón y medio de caldo de carne.



Tiempo de cocción: 1 hora a horno moderado.

Preparación: Pelar y picar la cebolla. Cortar la panceta en cubitos pequeños. 

Poner una sartén grande sobre el fuego, o mejor si la posee una cazuela de barro, calentar el aceite y a continuación añadir la cebolla picada y la panceta.
Tan pronto como la cebolla se haya blanqueado, colocar el cordero cortado en 6 piezas de igual tamaño, dando vuelta las piezas a menudo y agregar el vino blanco.
Cuando el cordero esté dorado, se agrega un cucharón chico de caldo, se tapa la sartén con una tapa y colocar en horno caliente a 180 grados. Si usted no tiene un recipiente adecuado para cocinar en el horno, transfiera a una bandeja para hornear y hornee. 
Después de unos 45 minutos añadir las arvejas y medio cucharón caldo, y dejar completar la cocción.Mientras tanto, aparte, batir los huevos con queso rallado y el perejil picado, y luego cuando se ha completado la cocción, rociar las piezas de cordero con el huevo batido y  dejar unos minutos para que el huevo se coagule.