“Camisalonga”

En los carnavales de antaño en Ingeniero White, se distinguía un personaje, al que denominaban “Camisalonga”, cuyo verdadero nombre era Nicola Caputo, inmigrante pugliese que residió unos años en la localidad de Ingeniero White y luego regreso a su Molfetta natal. Descendientes de su hermano Domenico Caputo, son integrantes del Centro Pugliese.

Este personaje whitense, ha sido pintado por el periodista Ampelio Liberali, en su libro “Historietas Whitenses”:

Camisalonga era un tipo normal…durante 360 días del año. Cuando se acercaba el carnaval desertaba del pique – su trabajo, respetado por capataces y colegas, porque era buen obrero – y se dedicaba a su fiesta. Su disfraz era sencillo y reiterado: un camisón hasta los pies, que le daba figura y nombre, y una escupidera adosada a su holgada vestimenta. Del vado de noche o pelela – muy útil en aquellos tiempos de pozos ciegos en el fondo del patio – extraía unos tallarines cuya salsa de tomates le desbordaba su enorme bocaza y la teñía de rojo sangre.De noche, entre las comparsas, las murgas, las mascaritas y las serpentinas del corso, sacaba de su “galera” blanca, enlozada, docenas de vainillas, una por una, y las saboreaba delicadamente ante el horror de los presentes. No parecían vainillas.Otras veces llenaba su adminículo con cerveza que luego pasaba a un barrilito de chop bebía con fruición. Convidada, pero no aceptaba nadie… La cerveza, extraída de la canilla del Bar Royal, era exquisita. Del recipiente de Camisalonga, no parecía cerveza…Pero no era lo único. También solía acudir a aquel viejo edificio de ladrillo sin revoque “allá, atrás de la cancha de Comercial”, como se lo conocía entre la muchachada. Cuando iba algún debutante joven y temeroso, Camisalonga lo tomaba de la cintura y lo hacía bailar, sin tocar los pies en el suelo, al compás melodioso de un vals. Más de uno se volvió a su casa, “invicto”, tal como había llegado.También era luchador. Grandote como un ropero tuvo varias trenzadas con el gordo “Pipo” Reschini, que jugaba en Dublín pero se pasaba las noches en White.Y fue un eximio nadador, Camisalonga se arrojaba al agua desde el Muelle y nadaba con clase y elegancia. Otras veces, para divertir a quienes lo admiraban, caía de cola y con la nariz tapada, como un novato. Y para demostrar que era como un pez, una vez se tiró a la pileta del balneario al que llamaban Playa Alta, con 20 centímetros de profundidad, Sí, claro, se rompió la cabeza…!
Durante la época del fascismo en Italia atracó en White un buque italiano.Los marineros aterrizaron en el Bar Americano, en Elsegood, frente al Mercado.Después de las primeras copas comenzaron a cantar una canción que dedicaban al Duce y pidieron a los parroquianos que los acompañaran.Camisalonga se puso al frente de la barra antifascista: “Este no es el lugar para nombrar a Musolini. Si quieren cantar vayan al buque o a Italia…¡Aquí no…!”¡La que se armó…! Las mesas y las sillas, o lo que quedó, llegaban a la entrada de la Estación Sur.Después de muchos años de hacer el reiterado papel de Camisalonga, decidió cambiar el hábito blanco por otro negro y se disfrazó de cura.Los chicos lo seguían por la calle y en esta ocasión no llevaba el artefacto enlozado, sino que repartía medallitas.El párroco de White se enojó. Dijo que era una burla a la iglesia.Camisalonga terminó en cana.Su espíritu alegre no se inmutó. Siguió siendo cómico por vocación.Y pasado el carnaval volvía al pique, esperando que el capataz, chapa en mano, dijera la de casi todos los días: “Nicola Caputo…¡a la bodega del uno…!

Ampelio Liberali, baluarte del periodismo nacional

En Buenos Aires al regreso de Londres de los atletas participantes en las Olimpíadas de 1948. En la foto Armando Sensini (con el mate), Eusebio Guiñez y Sra., Nelly Sensini de Liberali y Ampelio Liberali.

Ampelio Liberali, periodista y escritor whitense de dilatada carrera ligada al fútbol, nació en Ingeniero White el 23 de noviembre de 1917 y falleció en Buenos Aires donde residía, en la madrugada del 7 de diciembre de 2006. Siendo muy joven trabajó en “El Puerto” como apuntador y recibió las primeras lecciones de fotografía del profesor Mario Teobaldelli. En el diario "La Nueva Provincia" se inició como fotógrafo profesional. En 1943 se trasladó a San Carlos de Bariloche y mientras realizaba sus tareas fotográficas, desempeñaba funciones periodísticas en LU8 como locutor del servicio informativo y cronista deportivo.
En 1945 retornó a Bahía Blanca y durante un par de años trabajó en el diario "El Atlántico" y en las emisoras LU3 y LU7. En los años posteriores se hizo un lugar en Buenos Aires. Trabajó para el diario "La Epoca" y más tarde comenzó una prolongada trayectoria radial, que incluyó emisoras de prestigio como LR3 Radio Belgrano, LR4 Radio Splendid, LS5 Radio Rivadavia y LR1 Radio El Mundo (donde fue redactor-locutor durante más de 20 años). Una de las tareas que le otorgó mayor proyección dentro del ámbito periodístico fue haber integrado durante aproximadamente diez años la redacción de la revista "El Gráfico", donde se recuerda su aporte con entrevistas a figuras nacionales del deporte.
Entre su mencionada experiencia radial, cabe señalar que en El Mundo llegó a ocupar la jefatura de redacción del noticiero, hasta abril de 1976. Más tarde, se desempeñó al frente del área de Prensa de la Gobernación de Tierra del Fuego. Liberali escribió varios libros, entre ellos “Dante Panzeri, entretelones” y “60 años de fútbol mundial”. También son recordadas sus publicaciones “Historietas whitenses” e “Historietas Comercialinas”, en alusión al club de sus amores, Puerto Comercial, que fue fundado por su padre y su tío. Su último trabajo no llegó a verlo publicado, al fallecer estaba en imprenta, “Anécdotas de un periodista”, donde recuerda su paso por Radio El Mundo.
Liberali estuvo también estrechamente vinculado a la Agrupación Scout Ernesto Pilling, de Ingeniero White, con cuyos jóvenes integrantes participaba del campamento anual. Hasta sus últimos días colaboró desde Buenos Aires con LU19 La Voz del Comahue de Cipolletti. Periódicamente viajaba a Ingeniero White, para reunirse con sus familiares, amigos y colegas. Con la desaparición de Ampelio Liberali, el periodismo perdió a un baluarte.

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