Mi testimonio sobre don Tonino Bello (3 Parte)
También con los “marroquíes” su compromiso fue ejemplar. Ruvo,
sobre ésta ciudad fue su punta de diamante, ya sea porqué en Ruvo se
concentraba un gran número de marroquíes residentes, que después se
desparramaban por todo el territorio de la provincia de Bari, o porque en Ruvo
tuvo lugar la corajuda iniciativa de la Parroquia Sagrada
Familia de implementar una actividad de acogida. Soy testigo que los domingos y
los feriados quería que unos marroquíes almorzaran con él en la C.A .S.A.. Participó de la
inauguración de un centro legal de asistencia a los extranjeros, perteneciente
a una organización sindical cercana al Partido Comunista (Alleanza
Contadini o Unione Coltivatori). Acompañó continuamente el compromiso de don
Grazio Barile y de su parroquia en defensa de los derechos de los inmigrantes.
Resumiendo, soy testigo que, contrariamente a lo que está pasando hoy en Italia
donde la inmigración ilegal es considerada como un crimen, luchó para la
acogida y la integración de los extranjeros y apoyó cualquier movimiento a
favor y solidario con los inmigrantes, sin mirar al origen ideológico.
Un
suceso que marco la historia de la capital de la Puglia , tuvo lugar en el
caluroso verano de 1991. A
primeras horas de la mañana del 8 de Agosto, llegó al puerto de Bari la nave
“VLORA”, procedente de Albania, con la impresionante carga de más de 20.000
desesperados albaneses, que escapaban a la miseria y la terrible situación que
atravesaba por aquel entonces su país. Las autoridades locales desconcertadas,
ante la falta de respuesta del gobierno italiano del presidente Francesco Cossiga,
tomaron la polémica decisión de confinarlos en el “Estadio de la Victoria ”, para su
identificación y posterior distribución a distintos centros.
Se presentó en pleno agosto (1991) en el estadio de Bari (stadio della Vittoria), trasformado
en un lager (campo de confinamiento) para millares de albaneses encerrados
adentro. Descuidándose de los insultos que ya había recibido el alcalde de Bari
(Enrico Dalfino) de parte del Ministro de turno por protestar sobre la
situación inhumana a que sometía a los albaneses, se presentó Don Tonino en las
puertas del estadio junto con Renato Brucoli, director de la Revista diocesana. Allí
tuvo aquella visión profética, soy testigo de haberla escuchado directamente de
él, que las madres de aquellos millares de albaneses que, en modo
sacrílego, recibían burlas por sus sacrificios de amor, ellas los habían
paridos con dolor y amor, criados con amor y afecto desde chiquitos; aquellos
queridos hijitos eran maltratados casi como animales.
Don Tonino apoya indiscriminadamente la conducción “laica” de
“Luce e Vita”, Revista Diocesana, por parte de Renato Brucoli que, como
Guglielmo Minervini, actualmente asesor del gobierno Vendola de la Regione Puglia , le
creó no pocos problemas políticos ya que Renato no era uno que se quedaba
callado frente a tantos hechos de corrupción política que caracterizaba la
gestión política de los administradores de las comunas de la diócesis, casi
todos del partido de la DC
(Democracia Cristiana) y por eso se sentían con el derecho de no ser
molestados por el periódico diocesano, basándose en una larga tradición de
colateralismo entre Partido e Iglesia. Puedo hablar de estas cosas porque en
ese entonces yo frecuentaba y era muy amigo, ya sea de Renato Brucoli y también
de Gugliemo Minervini. Sólo
cuando Renato Brucoli, decidió entrar en política como candidato de la “Rete”,
don Tonino le pidió que renunciara a la conducción de la revista. Tal vez como
signo que la Revista
no estaba relacionada a ningún partido político.
Cuando yo tenía 29 años, si alguien improvistamente me hubiese
preguntado donde estaba la
Patagonia , era probable que le hubiera contestado que no lo
sabía con certeza. A una distancia de casi 35 años, a pesar que, por razones
profesionales estoy viviendo en Córdoba, me encuentro completamente encarnado
en el medio ambiente social y cultural de la Patagonia Argentina.
Hubiera podido imaginarlo? Qué papel tuvo don Tonino en todo esto? Podría
decir que, en el bien y en el mal, si hoy estoy escribiendo desde Córdoba y no
de Italia, se lo debo a don Tonino.
Vivía aún mi padre y yo recién había regresado a vivir a Ruvo
(gracias a don Tonino). Lo fui a ver y le expresé el deseo de hacerme cura.
Había estado 4 años en el Seminario y en el Noviciado de los Misioneros de la Consolata , con el fin de
llegar a ser cura misionero. No había sido admitido a los votos en 1980 por “el
excesivo espíritu rebelde y crítico”, según la opinión del maestro de
noviciado, Padre Francesco Peyron. Sufrí muchísimo ese rechazo, pero por mucho
tiempo decidí no insistir. Pero cuatro años después, habiendo conocido a don
Tonino, sentía el deseo de compartir con él su fervor apostólico. Era como si
él hubiese despertado en mí el adormecido fervor apostólico. Tal vez, como los
pescadores del mar de Galilea que, mientras pescaban tranquilamente, fueron
trasformados en pescadores de hombres. Es un poco lo que pasa a los discípulos
de los santos que, después de haberlos conocido, quieren seguirlos en sus
caminos. El fue entusiasta de mi decisión de querer probar mi vocación
apostólica. Hubiera querido que yo entrara ya en el Seminario, pero yo
pedí que mi prueba antes de la decisión fuera la misión, es decir un periodo de
voluntariado en territorio de misión. El, que nunca contradecía todo lo que
venía del corazón, aceptó mi propuesta y, después de unos segundos de
reflexión, me dijo: “Como no!, está el pobre don Ignazio solo en la Patagonia , podrías estar
con él un par de años y darle una mano!”. Y así inició mi camino hacia la Patagonia. Otra
vez él me conducía hacia caminos que nunca hubiera imaginado.
Cuando yo salí para la Patagonia , don Tonino estaba convencido que yo lo
hacía como preparación al sacerdocio. De parte mía, con mi inseguridad que me
llevaba dentro, le rogué de no publicitar este objetivo, ya que quería ser
dejado en un estatus de libertad para mis decisiones. Don Tonino, de su lado,
supo respetarme sobre este argumento, dejándome en la máxima serenidad. Después
de un año de estar en Argentina, conocí a Jeannette, mi actual mujer y decidimos
que nos íbamos a casar. Preparé una larga carta para explicarle a don Tonino,
como si me debiera disculparme con él de esta traba a mi proyecto vocacional
pero, como siempre, él me sorprendió anticipando mis deseos por la alegría con
la cual acogió la noticia de mi matrimonio. Tuve la sensación que él gozaba de
cualquier decisión madurada en la libertad.
Ni bien llegado de Argentina con mi mujer y Luis, nuestro
hijo, en 1989, fuimos a visitar a don Tonino, sobretodo porque mi mujer no lo
conocía y yo tenía muchas ganas de presentárselo. Quisiera subrayar como don
Tonino, la noche que llegamos a Ruvo, nos esperó casi toda la noche en casa de
la vecina Filomena. Sabroso también es el episodio relatado por él cuando en el
corazón de la noche (tal vez para él la noche era algo distinto que para los
demás), tocó el portero eléctrico de un vecino, Domenico Mastrorilli, conocido
por su compromiso político, comunista y ya intendente de Ruvo, para pedirle
noticias mías y recibió una mala respuesta por haberlo molestado a esa hora de
la noche. Fuimos a verlo al Obispado y, ni bien nos vio nos abrazó
contento y familiarmente nos encontramos en la cocina. Luis, que tenía cinco
años, había vislumbrado una sandía enorme que estaba sobre la mesa de la
cocina. Don Tonino se dio cuneta y le dijo “Te gusta? La querès? Llévatela!“ y
le metió entra las manitos esa enorme sandía con Luis tambaleante y feliz como
una Pascua. Pequeños gestos de generosidad que hacían la fuerza humana de
don Tonino, una humanidad profunda que acompañaban su alta religiosidad. Y fue
en esa ocasión que, enterándose que sabiendo de nuestro matrimonio y no
pudiendo participar por otro matrimonio en el Salento, nos aseguró que iba a
ser lo imposible para venirnos a ver ni bien regresado del Salento. Y así fue,
pasada la medianoche, llegó a la sala, que se encontraba en campo abierto,
donde se festejaba el matrimonio en la sorpresa general de todos y sobretodo
nuestra; fue el milagro de Canà en el corazón de la noche que trasformó el agua
en vino. Todos los invitados recuerdan aquella presencia improvisa que bendijo
nuestra boda. Sin embargo en este matrimonio él tenía algo que ver. Quisiera
evidenciar el recuerdo de don Tonino por parte de mi hijo Luis Eduardo Adessi
Cofré. Hoy tiene 26 años. La última vez que vio a don Tonino tenía sólo seis
años pero lo recuerda como uno de familia y conserva la anécdota de sus
encuentros con él con gran lucidez.
Me entero de la enfermedad de don Tonino (un cáncer de estómago)
los últimos días de Agosto de 1991. Meses antes habíamos decidido volver a la Argentina , sobretodo por
que Jeannette sufría mucho la lejanía de su patria y yo conservaba aún la
característica de entusiasmarme frente a hipótesis de hacer valijas y partir.
Habíamos salido para Argentina en Junio con la intención de quedarnos ya que
pensaba que me habrían dado trabajo en una escuela italiana de San Carlos de
Bariloche. La cosa no resultó. Pasé dos meses en búsqueda de trabajo. No
encontrándolo, decidí de volver solo a Italia y retomar el trabajo de profesor
(aún no había renunciado a mi cargo) para poder por lo menos mandar algo de
plata a mi mujer y a mi hijo que quedaban en Argentina. Ni bien regresé a
Italia la primera persona a quien llamé fue a don Tonino. Lo encontré de casualidad
ya que estaba por viajar al Salento. Me dijo que iba por algunos exámenes que
quería hacerle su hermano médico, relacionados a la úlcera que lo hacía sufrir…
una cosa de nada y habría regresado pronto. La úlcera se reveló como un cáncer
y don Tonino fue operado de urgencia.
La primera cosa que hizo el clero, para protegerlo del cansancio
fue la de nombrarle un secretario como filtro; nunca don Tonino tuvo un
secretario. Mi sensación fue que, aún aceptando aquella resolución de sus
colaboradores, sufrió mucho por ella. No había nunca activado un contestador
automático que había comprado por qué detestaba todos los artificios en las
relaciones humanas y creía en la espontaneidad e inmediatez de las relaciones
humanas.
Los pocos meses que me quedé en Italia lo ví siempre optimista
en relación a su enfermedad. Estaba convencido que la operación practicada en
el Salento había eliminado cada rastro del mal. Hablaba de una visita al
famoso oncólogo Veronesi que lo había ulteriormente tranquilizado.
Son muchas las palabras de don Tonino que recuerdo, pero las
que llevo en mi corazón son las últimas
que pude escuchar de su viva voz. Era el fin de octubre de 1991. Había decidido
regresar definitivamente a la
Argentina donde me aguardaban mi esposa y mi hijo, presenté
la renuncia como docente de Religión (mis parientes me daban por loco y tampoco
lo entendían en la escuela, ya que era la primera vez que alguien renunciaba a
un “puesto de oro” como el de profesor.); estaba decidido de cortar los puentes
sólo para reencontrarme con mi familia y buscar allí un trabajo. Cuando fui a
despedirme de don Tonino, sin saber cuando iba a volver (regresé a Italia
recién dos años después y no pude abrazarlo, ya había fallecido), me miró a los
ojos y, contrariamente a mis parientes y colegas, me dijo: “Bravo, Mario, eso
quiere decir que vos la quieres mucho”. Se refería a mi mujer, sabía que lo
hacía sobretodo por ella y había entendido el sentimiento de amor que otros no
habían entendido.
Aquellas palabras las llevo todavía
adentro como su bendición final sobre una elección, la de abandonar Italia,
dictada por el amor. Aún una vez más mi viaje de regreso a Argentina para
reencontrarme con mi mujer y mi hijo fue bendecido por sus palabras que yo no
le había pedido. El seguía preanunciando mi camino.
La noticia de la muerte de Don Tonino la recibí estando en
Buenos Aires y lamentablemente no pude rendirle el último homenaje. Yo y mi
esposa quedamos particularmente golpeados por aquella muerte ya que lo
considerábamos parte de nuestra familia. Inmediatamente después de nuestro
matrimonio mi mujer había quedado embarazada; pero tuvo un aborto espontáneo
y perdió el bebé. Desde entonces
quedamos con el gran deseo de tener un hijo, pero quizás a causa del aborto, no
lograba quedar embarazada. Habían pasado ya 3 años de nuestro casamiento y
teníamos un gran deseo de tener otro hijo. Pero no ocurría que ella quedara
embarazada. Por fin, en julio del 1993 nos enteramos que ella estaba
embarazada. Fue una gran alegría. Esperábamos nuestro segundo hijo. Discutíamos
sobre el nombre que le pondríamos y, como suele ocurrir en estos casos, no
podíamos ponernos de acuerdo. El nombre femenino nos encontró en acuerdo:
Grazia Francesca (son los nombres de mi madre y de mi padre, ambos fallecidos
ya hace muchos años) pero sobre el masculino no había acuerdo. En navidad del año
1993, viajé a Italia donde permanecí un mes y medio. Estando allí y escuchando
lo que se contaba sobre don Tonino y sobre el fuerte recuerdo que había dejado
en todos, pensé que nuestro hijo (que iba a nacer a un año de la muerte de don
Tonino), podríamos llamarlo Tonino; ese nombre simple que identificaba a
nuestro obispo, iba a ser un homenaje, un recuerdo permanente de lo que él
representó en nuestras vidas.
Cuando regresé a Argentina, me asombró el hecho que fue mi mujer
quien se adelantó a decirme “Y porqué no lo llamamos Tonino Graziano?” ella
consideró que el embarazo tan esperado y que parecía no llegar era una gracia
de Tonino... por esta razón quería llamarlo Tonino. De ambos lados del océano
habíamos llegado a la misma reflexión, habíamos sacado la misma conclusión (yo,
sinceramente no había pensado que el embarazo había sido una gracia de don
Tonino pero él, tal vez, desde el cielo había anticipado mi deseo y había
seguido guiando mi vida) y habíamos llegado los dos a la misma conclusión. El
parto fue dramático. Tonino era muy grande (4 kilos y 600 gramos ) y mi mujer
muy chiquita. Yo participé del parto como mi mujer lo había pedido. Su nombre
había sido entregado a las autoridades de la clínica: Tonino Graziano. Mi
señora tuvo un desgarramiento gravísimo del útero. Perdió el conocimiento por
la fuerte hemorragia y se salvó por milagro, gracias a la inmediata intervención
quirúrgica del ginecólogo (que casualmente era también cirujano)… otra gracia
de don Tonino. Ese ginecólogo, Dr. Sergio Alonso, lo vimos después de un año
por el otro embarazo de mi esposa, cuando nació Grazia Francesca. En esa
ocasión afirmó que en su vida nunca se iba a olvidar del parto de Tonino;
había sido uno de los partos más difíciles y riesgosos de su carrera de famoso
y renombrado profesional. Tuve hasta problemas con la burocracia argentina. Una
ley argentina vetaba dar nombres extranjeros a los niños. Por eso el nombre Tonino
(no Antonio que hubiese sido aceptado ya que se escribe de la misma forma sea
en italiano que en español) no fue aceptado por el funcionario del registro
civil. Yo insistí declarando que ese era el único nombre que quería dar a
nuestro hijo. El empleado, ante mi insistencia, me reveló que la única forma
para poder obtener el reconocimiento del nombre era presentarme personalmente ante
las autoridades provinciales del Registro Civil y pedir la autorización para
ese raro nombre. Salí entonces hacia la ciudad de La Plata (que dista 120 km . de Olivos, donde yo
vivía) y me presenté a la
Oficina del Director General del Registro Civil para pedir
esa autorización. La conseguí y con ella volví triunfante a Olivos. Desde aquel
momento el nombre Tonino fue aceptado por decreto como nombre posible para
cualquier bebé de la provincia de Buenos Aires. Aún hoy, en un lugar importante
de nuestra casa, está el retrato de don Tonino y cuando siendo pequeño, nuestro
hijo Tonino preguntaba quién es?, le contestábamos que era don Tonino. Entonces
el observaba “se llama como yo!”.
Cementerio de Alessano_Tumba de Don Tonino
No tuve la oportunidad de poder visitar la tumba de don Tonino hasta
Agosto de 1998. Me lo había propuesto en dos viajes anteriores pero no me fue
posible. En el día del IX aniversario de mi matrimonio, decidí empezar el
peregrinaje. Como verdadero peregrino, me desperté a las 5,30 horas de la
madrugada y combinando los trenes (Bari- Nord, FS, Ferrovie del Sud-est),
llegué a las 11:30 a la estación de Alessano. Caminando llegué al pueblo
y, desde allí, siempre caminando, bajo un sol que cocinaba, llegué al
cementerio. Sentía como si don Tonino me estuviera esperando desde hacia más de
5 años. Llevaba conmigo una foto de Tonino, que ya tenía cinco años, para
entregar a don Tonino como ex-voto. Sobre su tumba deje la foto con un papel
escrito de mi puño y letra. Le prometía a don Tonino que volvería a visitarlo,
pero esa vez con Tonino en persona, no sólo en fotografía. Lo logré en el
verano de 2002. Y de esa oportunidad, guardo una hermosa foto con mi hijo
Tonino, sentado sobre la tumba de don Tonino.
¿Por qué hablé de “ex –voto·? ¿Cuál fue la gracia o el milagro?
Me parece que en la historia de mi familia, aún después de mi
muerte, el nombre de este obispo fiel a Jesucristo seguirá pronunciándose cada
día. El me llevó por los misteriosos caminos hechos por viajes interoceánicos.
Nada mejor que un hijo con su nombre.
Mario
ADESSI
Mi testimonio sobre don Tonino Bello (2 Parte)
Quisiera continuar con unas anécdotas en las cuales don Tonino
entra en contacto con un mundo de jóvenes lejanos, y tal vez contrarios a la Iglesia y logra convertirse
en su líder. Es el don Tonino que los no católicos aún hoy no pueden olvidar.
En Ruvo había acontecido un terrible suicidio: un joven empleado
de la recolección de la basura, en un estado de depresión y de abandono, había
madurado el gesto de ahorcarse en la soledad de su casa. Casualmente unos meses
antes del suicidio se había acercado a la Cooperativa l’Agorà, a
la cual yo pertenecía, y era conocida como una cueva de extremistas. Se había
acercado porque estaba sin trabajo. Luego el empleo en la recolección de basura,
luego el suicidio. Observamos que la noticia de su muerte se trató de ocultar,
como algo vergonzante, se dio sepultura al pobre muchacho en silencio. A alguno
de nosotros, no a mí, se le ocurrió la idea de hacer público este dramático hecho
donde un joven como nosotros era víctima de la soledad y de prejuicios. Hago
presente que todos mis amigos de l’Agorá no eran creyentes, más bien
agnósticos en cuestiones de fe. De toda forma, se pensó, en llamar a don
Tonino; yo fui el encargado de hacerlo, con
la discreción de siempre y lleno de
miedo de molestar por pavadas una persona tan ocupada. Ni bien se enteró de la
noticia, nos asombró y nos anticipó como siempre; no dio simplemente su
participación a distancia al problema, sino que se trasladó hasta Ruvo y nos
encontramos con él después de una hora en la capilla del cementerio de Ruvo don
Tonino, yo, algunos integrantes de la cooperativa seguramente no
creyentes, y don Vincenzo Pellicani, párroco de San Giacomo, estupefacto con la
presencia de estos jóvenes izquierdistas a un funeral que tendría que haberse
desarrollado en el más total anonimato. Don Tonino quiso celebrar misa en
memoria de ese muchacho y una vez más los no-creyentes se encontraron
nuevamente asistiendo a una misa y
escuchándolo hablar de Dios. Aún hoy, a distancia de 24 años aquellos
amigos míos no pueden olvidarse de esta misa. En particular quisiera poner a
prueba de mi testimonio un queridísimo amigo mío, Mauro Ieva, que a pesar de
definirse agnóstico, venera el recuerdo de don Tonino como el de un verdadero
santo que lo llevó a dudar de su propio agnosticismo, tal vez don Tonino
fue una de las pocas personas de fe que pusieron en crisis su agnosticismo fuertemente
ideologizado.
Muy sabrosos son los momentos que recuerdo, cuando, mientras yo
conversaba con él, alguien le avisaba que había una llamada para él de Roma, entonces
lo veía retorcerse como un niño frente a padres o maestros demasiado celantes.
Regañaba y decía cosas así: “¿Otra vez? ¿Que querrán de mí? Seguramente
para retarme de algo. Sabes que el Cardenal... (no quisiera equivocarme y por
eso no escribo el nombre, pero sin embargo era un cardenal africano) se fijó y
me hizo la observación que yo no uso un traje adecuado a mi condición de
obispo... Le hubiera querido decir, pero, Eminencia, en África nadie
viste de negro como Ud., se usan colores, justamente Ud. ¿me viene a retar por
eso? No sé si estas cosas las dijo en serio, pero era muy sabroso escucharlo.
Otra vez, con la sagacidad e ironía que usaba casi exclusivamente en las
conversaciones privadas, para no ofender nunca al interlocutor, me leyó unos
renglones que le llegaron de la
Congregación para el Culto donde se acusaba como “gestos de
extemporánea modernidad” la entrega al Padre Ignazio de Gioia de un pedazo de la Ostia grande de la misa de
su despedida, para que lo entregara al obispo de Viedma, en la Argentina , Mons.
Hesayne. “Modernidad”, ¿qué modernidad?, Habrán leído a los Padres de la Iglesia , ¿sabrán qué es el
“fermentum”, gesto antiquísimo de comunión entre obispos?”
Una noche de la C.A .S.A. (Comunità di Accoglienza
e Solidarietà Apulia – Entidad dedicada a acoger drogadependientes, recuperarlos
y reinsertarlos en la sociedad) se había escapado una chica drogadicta. La C.A .S.A. no era una cárcel;
cada uno era libre de irse cuando quisiera, pero después de haberse escapado,
no podía volver más. Don Tonino se hallaba allí casualmente y, enterado de la
noticia, me dijo: “ven, vamos a buscarla”. Sería la una o las dos de la noche,
cuando salimos con su autito (un Fiat 500) rumbo a los típicos lugares que eran
frecuentados por drogadictos. No sé como, pero nos encontramos en Bisceglie y
Trani, en las plazoletas frecuentadas por drogadictos, este cura con sotana que
a las dos de la mañana preguntaba a los chicos presentes en esas plazoletas si
habían visto la chica que buscábamos. Regresamos a las 3 de la mañana,
lamentablemente sin éxito. Era asombroso como se había prodigado por esta chica
por que sabía que, si no volvía pronto, don Nino Prudente, razonablemente, no
le permitiría reintegrarse a la comunidad. Tuve la clara sensación que no amaba
a los hermanos como entes colectivos y todos de la misma forma sino amaba a
cada uno de forma individual como si cada uno que él encontraba fuera su padre,
su madre, su hermano de sangre o un carísimo y viejo amigo, se dedicaba a
la persona individuo como si fuera la única que él amaba, a quien quería.
A propósito de la
C.A .S.A., puedo atestiguar que para el nacimiento de esa
estructura don Tonino dio propio su alma. Junto a don Nino tocaron
materialmente a muchas puertas, sufriendo muchos rechazos. Luego, la propuesta
del empresario edil Scardigno que hizo que el sueño de don Tonino y don Nino,
de ofrecer un lugar de acogida para los drogadictos que querían recuperarse, se
hiciera realidad. Don Tonino con esta iniciativa entusiasmó un poco a
todos y los primeros tiempos de la
C.AS .A. fueron maravillosos con la participación de muchísima
gente de Ruvo, Molfetta, Giovinazzo y Terlizzi, que atrás del fuerte empuje de
don Tonino, se involucraron. A pesar de los muchos compromisos, don Tonino tuvo
una presencia constante en la C.A .SA..
muchísimos domingos concurría a celebrar la Eucaristía. Y se
quedaba a almorzar y a cenar. Muchas veces traía consigo su maravilloso
acordeón y, terminado el almuerzo, comenzaba a tocar.
Un verano quiso que todos
los chicos de la C.A .S.A
fueran de vacaciones al mar, a los lugares de su infancia, a la Marina di Tricase. Y,
también en esta situación, como si fueran sus más queridos amigos, los llevó de
vacaciones a su casa, a sus pagos, a hacer las cosas que, según él, hacían una
vacación: disfrutar el mar, las zambullidas, los erizos. Él en persona los
acompañó. Tengo grabado en mi memoria su físico atlético que se zambullía en el
mar junto con los chicos... y se sumergía en profundidad en la búsqueda de
erizos!
Aún en este caso, me guió, sin decirme nada en esta elección de
involucrarme en esta actividad de recuperación. Aún hoy estoy agradecido,
algunos de estos chicos se hicieron queridos amigos, ya afuera del drama de la
droga. Entre ellos quisiera recordar a Alfonso, tan querido, fallecido algunos
años después de haberse casado y vuelto a una vida sana y santa.
Con el pasar del tiempo, muchos voluntarios abandonaron la C.A .S.A. en desacuerdo con don
Nino Prudente, que mostraba una personalidad demasiado fuerte, rígida (en
general, típica de los líderes de las comunidades de recuperación). Entre ellos,
también estuve yo; tuve varias discusiones con don Nino y decidí abandonar la C.A .S.A.. Don Tonino sin
embargo, que tenía esa capacidad de estar en comunión con todos, sobretodo con
sus curas, a pesar del carácter “podrido” de don Nino y las críticas que le
hacían muchos (también yo, más de una vez, había hablado de eso con don Tonino,
manifestando los puntos de contraste), no dijo nunca una palabra crítica sobre
el actuar de don Nino Prudente y lo acompañó en su actuar hasta el final.
Recuerdo que frente a mis críticas sobre el comportamiento de Don Nino, don
Tonino compartía plenamente mis críticas, pero a la vez apoyaba plenamente a
aquel cura, porque consideraba que tenía verdadero amor hacia los últimos.
Sobre la objeción de conciencia don Tonino se anticipó mucho los
tiempos. Cuando aún los objetores eran mirados entre ojos también por los
progresistas católicos, el tomó en confianza un grupo de objetores de la “Casa
per la Pace ” y
trasformó una experiencia marginal en elemento central de un discurso sobre la
paz y la no violencia a nivel nacional e internacional.
Se trasformó en un líder del movimiento pacifista no
violento de la década de los ’80 y tuvo como lema distintivo la idea de
la reconversión industrial: la trasformación de las fábricas de armas en
industrias de paz. No era un técnico del sector pero su visión nacía de una
profunda digestión del mensaje profético veterotestamentario (relativo al Antiguo Testamento), leído por don Tonino como revelación escatológica de
aquel devenir que, según él, nos está llevando “hacia momentos espléndidos de
la historia”. La profecía de Isaías sobre las armas que se trasforman en arados,
don Tonino la veía materializada en propuestas de reconversión industrial. Es
por eso que el gremialismo fue involucrado por sus discursos que demostraron no
ser delirios de un loco sino propuestas concretas que servían a los
trabajadores de la industria bélica, muy desarrollada en Italia. Lo invitaban a
hablar sobre el tema pero, en lugar de disertaciones especificas, hacía
discursos fuertemente idealizados, utópicos y bíblicos. El auditorio, en lugar
de quedar desilusionado, quedaba entusiasmado y lo invitaban nuevamente
como si don Tonino llevara a los profesionales del gremialismo industrial lo
que a ellos les faltaba: el idealismo profético.
Como todos saben la objeción fiscal no ha sido vista de buen
ojos por los moderados y sería escandaloso por un ministro de la moderación
como el obispo. Don Tonino también sobre este tema mostró su originalidad.
Entendió que, más allá de las distinciones de la casuística de la teología
moral, a la sombra de la objeción fiscal se movía un gran movimiento ideal que
con coraje luchaba contra los síntomas de muerte presentes en la sociedad. In
primis fue objetor fiscal y por eso fue acusado por políticos católicos y no
(entre ellos recuerdo el nombre de Spadolini). También yo había sido un objetor
fiscal de la primera hora. Así que llegó mi momento cuando el oficial judicial
se presentó a mi casa para pedirme el pago debido. La praxis de los objetores
fiscales era la de rehusarse de pagar oponiendo una resistencia no violenta
basada sobre recursos jurídicos y sobretodo llegando al embargo judicial como
gesto con gran repercusión pública sobre esta corajuda acción contra la guerra.
Yo, como buen objetor fiscal, propuse al oficial encargado de embargarme una
serie de libros sobre la paz. Pero la oficina de cobranza no quiso estar a mi
juego, rechazó la propuesta y quisieron embargar un elegante aparador recuerdo
de mis padres. Y me comunicaron el día de la subasta donde iban a rematar el
mueble. Ni bien se lo comuniqué a don Tonino, él, asombrándome como siempre, me
dijo: “¿A qué hora me dijiste?, bien, yo
también iré a la subasta y, si me alcanza el dinero, te compro yo el aparador”.
Ni bien la oficina de cobranza se enteró que en la subasta iba a estar don
Tonino y en consecuencia, muchísima
gente, la canceló y aún hoy, después de 25 años de estos acontecimientos, no me
han pedido la poca plata que, según ellos, le debía al fisco.
Mi testimonio sobre don Tonino Bello, un santo pugliese de quien tuve la gracia de ser su amigo, para siempre. (1 Parte)
Por Mario Adessi
Mis recuerdos sobre don Tonino son muchísimos, el riesgo más
grave al escribir mi testimonio, es olvidar aquella infinidad de anécdotas que
nos hacían descubrir cada día algo nuevo de ese santo hombre.
Quisiera iniciar esta memoria relatando como conocí a Don
Tonino. En 1980 mientras estaba en el Noviciado de los Misioneros de la Consolata en los Alpes
del Piamonte, se decidió, que como novicios, haríamos una experiencia misionera
de una semana en Tricase, una pequeña ciudad de la Provincia de Lecce,
Puglia, es decir del otro lado de Italia, ya que el Noviciado estaba en la
provincia de Cuneo, en el norte. En aquel entonces el párroco de la parroquia
que nos hospedó era don Tonino. Era un cura sencillo, disponible, a la buena de
Dios, que nos acogió brindándonos la máxima atención.
ilparroco
Algunos años después, viviendo yo en Torino, me entero que había
sido nombrado obispo de Ruvo, mi pueblo natal. Pensé que debería ir a saludarlo
pero preveía, que como aquel encuentro
con él había sido sólo de una semana, casi seguro él se acordaría de mí sólo
vagamente y además, ahora como obispo demostraría una cierta distancia. Una vez
en Ruvo, después de una misa me acerqué a él y tímidamente le dije: “¿Se acuerda de mí?” y él, mirándome,
me abrazó cálidamente y me dijo: “Mario, qué sorpresa...” y con su manera
familiar me abrazó fuerte a su pecho. Quedamos algunos minutos charlando,
sinceramente no recuerdo qué nos dijimos; pienso que habrán sido las cosas que
se dicen dos viejos amigos que se reencuentran después de mucho tiempo.
Me asombró como, a una distancia de más de 3 años me
reconoció y recordaba como si hubiese sido un viejo amigo suyo. Me sentí
reconocido y valorizado como un privilegiado en esa situación donde todos
querían obsequiarlo y saludarlo. En realidad esta experiencia mía fue común a
muchos. Cuando él te hablaba, aún hubieses sido una viejita desconocida que quería
obsequiarlo después de la misa, se encontraba con la gente individualmente sin
formalidades ni apuros como si vos hubieses sido en este momento el más querido
amigo suyo de siempre.
Sucesivamente fui a verlo en la Curia de Molfetta y fue él que me propuso de
regresar a Ruvo dejando Torino. Como si fuese un padre Pío, había
preanunciado lo que había ido a pedirle. Sin embargo, después de la muerte de
mi madre, tenía un gran deseo de abandonar Torino y volver a vivir en Ruvo con
mi padre y con mi gente. Yo era profesor de Religión en Torino y él me
propuso la docencia en Molfetta.
Catedral de Molfetta
Así que, gracias a don Tonino, me trasladé desde Torino a mi
pueblo de origen donde permanecí por cuatro años dando clases en Escuelas de
Molfetta y de Ruvo. Además de la profesión, desarrollaba una fuerte actividad
en el movimiento pacifista y ecologista de la Puglia y un fuerte compromiso eclesial (llevé
adelante por 4 años un grupo de adolescentes trabajadores; en general en las
parroquias los jóvenes trabajadores no son bien recibidos). Resumiendo, era la
primera vez que don Tonino había empezado a guiar mi vida trasladándome
geográficamente y direccionando mis intereses. Había empezado a ser un padre
para mí.
Mis visitas al obispado, y no sólo las mías, eran acompañadas
por hechos extraordinarios. Desde la puerta del obispado se veía salir gente
humilde con las bolsas de la compra y con niños llorando; vivían en su casa.
Había realmente transformado el elegante obispado en la morada de muchas familias
humildes sin techo. He visto con mis ojos el ir y venir de linyeras,
alcoholizados, desempleados, que tocaban a su puerta para pedirle dinero. No
tenía secretario, él contestaba al teléfono, él abría la puerta, no tenía
filtros. A cada uno daba algo, a veces de buen humor, a veces un poco molesto
por la reiterada visita, pero algo siempre sacaba de sus bolsillos. Una vez veo
que tiene un dedo enyesado y le pregunto que le había pasado. Serenamente me
contó que un alcoholizado había ido a pedirle dinero y, ante la negativa de don
Tonino, le había encajado un terrible golpe que don Tonino había parado con la
mano fracturándose un dedo. Sin embargo, a pesar de este hecho, don Tonino no
tomó ninguna precaución, continuó como siempre
recibiendo y atendiendo personalmente a todos.
Cada vez que concurría a saludarlo y le hablaba de mis incomprensiones
con el clero y la iglesia local, él me repetía siempre: “Mario, yo te veo
siempre sobre el umbral, no en una capilla a rezar devociones sino siempre
sobre el umbral mirando hacia afuera, en los movimientos por la paz, en la
política, en los problemas sociales, en la ayuda a los drogadictos; es
por eso que la iglesia local a veces no te entiende… pero vos seguí así, quédate
sobre el umbral porque esta es tu vocación profética”.
Y justo pisando este umbral es que lo involucré en cosas que no
tenían nada que ver con lo devocional. Uno de los grandes líos en que yo lo
metí fue el problema del polígono militar en la “Murgia”. En aquellos años
(hablo del ’84 al ’87) pequeños grupitos ecologistas con “Democracia
Proletaria” a la cabeza iniciaban un movimiento en la zona “murgiana” que
intentaba oponerse al gran proyecto de realizar en la “Murgia” un mega polígono
militar de 15.000
hectáreas . La oposición a dicho proyecto estaba formada
por los “cuatro gatos” de siempre, acusados de extremismo peligroso. Yo,
obviamente, pisando siempre el umbral, me involucré muchísimo en esta
iniciativa, pero era muy difícil involucrar a los vecinos, sobretodo los
agricultores, justamente los más damnificados por dicha iniciativa eran muy
desconfiados con este movimiento de protesta. En ocasión de una de las
primeras iniciativas de sensibilización sobre el tema, intentamos hablar
de esto con don Tonino. Cada vez que me acercaba a don Tonino por temáticas
socio-políticas, tenía miedo que él me pudiera tomar por un oportunista, un
“strumentalizzatore”, como alguien que quisiera aprovecharse en beneficio
propio de su cercanía al otro; pero, cada vez más, don Tonino me asombraba,
porque siempre iba más allá del pedido que se le hacía. En ese entonces queríamos
pedirle un simple apoyo formal, pero él, sin embargo, se adelantó a nosotros y
nos ofreció la Capilla
de la “Annunziata” de Ruvo (que no se usaba más para el culto) como sede para
la primera mesa redonda que lanzaba el problema a nivel ciudadano... no sólo
fue este ofrecimiento, sino que participó personalmente en esa mesa redonda! En Ruvo fue un escándalo. Una iglesia ocupada
por los comunistas... este fue el comentario más amable que circuló en el aire.
Chiesa Dell’Annunziata di Ruvo
El estupor más grande fue que don Tonino siguió acompañando
siempre a este movimiento, a veces entrando en conflicto con otros obispos; así
fue en la marcha Gravina - Altamura cuando el obispo local le prohibió con
garbo la presencia. Gracias también a don Tonino el movimiento creció e
involucró partidos no sólo de izquierda sino buena parte de la Democracia Cristiana ,
las comunas, las asociaciones de agricultores y se logró llevar al Gobierno de la Regione Puglia un
documento con millares de firmas donde la primera firma era la de don Tonino y
de otros obispos donde se reclamaba la cancelación de la Resolución de la Región Puglia que
aprobaba el polígono militar.
También en este caso mi vida ha sido guiada por él. Lo que para
mí debería haber sido una pequeña actividad de vecindario, se transformó en un
compromiso a nivel nacional y tuve que entregar todo mi ser por un cierto
tiempo para esta causa ya que, gracias a él, me transformé en uno de los
líderes más conocidos del movimiento.
Siempre en el ámbito de su compromiso por la paz y de su ya
total compromiso con los objetivos de la Coordinadora para la
desmilitarización de la Murgia ,
participó, invitado por los estudiantes, en una asamblea estudiantil del Liceo
Científico de Ruvo di Puglia. Yo, en calidad de responsable de la coordinadora
para la desmilitarización de la
Murgia , participé en esa asamblea. Quien conoce la escuela
italiana, sabe como son las asambleas estudiantiles. Con los chicos, los
jóvenes, es muy difícil conseguir la tranquilidad y el silencio, como para
realizar una reunión ordenada, sobretodo cuando participan en grandes
reuniones. En general la sensación que uno vive en estas asambleas es que son
perdidas de tiempo ya que el 98% de los participantes demuestran desinterés y
charlan entre ellos. Don Tonino en esa oportunidad realizó un milagro. Habló
por casi una hora frente a este tipo de público sobre temas como el
antimilitarismo, la paz, la desmilitarización, parecía que los tuviera
hipnotizados. No hablaba nadie, todos escuchaban con interés, era como en sus
homilías donde nadie podía desconcentrarse por que te involucraba emotivamente
y no usó nunca y ni en esta ocasión, un lenguaje sencillo sino siempre muy
sofisticado y elegante, tal vez el secreto de la atracción psicológica de su
discurso en los adolescentes era en la pasión y en la cercanía a las cosas del
corazón y de la vida. Por los aportes de los chicos al debate que siguió al discurso
de don Tonino, se entendió bien que una buena parte de la asamblea no compartía
para nada las ideas de don Tonino, no había sido la afinidad ideológica que
había atraído a estos chicos; don Tonino fue capaz de hacerse escuchar por 400
adolescentes por casi una hora bajo la mirada asombrada del Rector, prof.
Stellacci, y de los pocos docentes presentes en dicha asamblea.
Quisiera continuar con unas anécdotas en las cuales don Tonino
entra en contacto con un mundo de jóvenes lejanos, y tal vez contrarios a la Iglesia y logra convertirse
en su líder. Es el don Tonino que los no católicos aún hoy no pueden olvidar.
En Ruvo había acontecido un terrible suicidio: un joven empleado
de la recolección de la basura, en un estado de depresión y de abandono, había
madurado el gesto de ahorcarse en la soledad de su casa. Casualmente unos meses
antes del suicidio se había acercado a la Cooperativa l’Agorà, a
la cual yo pertenecía, y era conocida como una cueva de extremistas. Se había
acercado porque estaba sin trabajo. Luego el empleo en la recolección de basura,
luego el suicidio. Observamos que la noticia de su muerte se trató de ocultar,
como algo vergonzante, se dio sepultura al pobre muchacho en silencio. A alguno
de nosotros, no a mí, se le ocurrió la idea de hacer público este dramático hecho
donde un joven como nosotros era víctima de la soledad y de prejuicios. Hago
presente que todos mis amigos de l’Agorá no eran creyentes, más bien
agnósticos en cuestiones de fe. De toda forma, se pensó, en llamar a don
Tonino; yo fui el encargado de hacerlo, con
la discreción de siempre y lleno de
miedo de molestar por pavadas una persona tan ocupada. Ni bien se enteró de la
noticia, nos asombró y nos anticipó como siempre; no dio simplemente su participación
a distancia al problema, sino que se trasladó hasta Ruvo y nos encontramos con
él después de una hora en la capilla del cementerio de Ruvo don Tonino, yo,
algunos integrantes de la cooperativa seguramente no creyentes, y don
Vincenzo Pellicani, párroco de San Giacomo, estupefacto con la presencia de
estos jóvenes izquierdistas a un funeral que tendría que haberse desarrollado
en el más total anonimato. Don Tonino quiso celebrar misa en memoria de ese
muchacho y una vez más los no-creyentes se encontraron nuevamente asistiendo a
una misa y escuchándolo hablar de Dios.
Aún hoy, a distancia de 24 años aquellos amigos míos no pueden olvidarse de
esta misa. En particular quisiera poner a prueba de mi testimonio un
queridísimo amigo mío, Mauro Ieva, que a pesar de definirse agnóstico, venera
el recuerdo de don Tonino como el de un verdadero santo que lo llevó a dudar de
su propio agnosticismo, tal vez don Tonino fue una de las pocas personas
de fe que pusieron en crisis su agnosticismo fuertemente ideologizado.
Muy sabrosos son los momentos que recuerdo, cuando, mientras yo
conversaba con él, alguien le avisaba que había una llamada para él de Roma, entonces
lo veía retorcerse como un niño frente a padres o maestros demasiado celantes.
Regañaba y decía cosas así: “¿Otra vez? ¿Que querrán de mí? Seguramente
para retarme de algo. Sabes que el Cardenal... (no quisiera equivocarme y por
eso no escribo el nombre, pero sin embargo era un cardenal africano) se fijó y
me hizo la observación que yo no uso un traje adecuado a mi condición de
obispo... Le hubiera querido decir, pero, Eminencia, en África nadie
viste de negro como Ud., se usan colores, justamente Ud. ¿me viene a retar por
eso? No sé si estas cosas las dijo en serio, pero era muy sabroso escucharlo.
Otra vez, con la sagacidad e ironía que usaba casi exclusivamente en las
conversaciones privadas, para no ofender nunca al interlocutor, me leyó unos
renglones que le llegaron de la
Congregación para el Culto donde se acusaba como “gestos de
extemporánea modernidad” la entrega al Padre Ignazio de Gioia de un pedazo de la Ostia grande de la misa de
su despedida, para que lo entregara al obispo de Viedma, en la Argentina , Mons.
Hesayne. “Modernidad”, ¿qué modernidad?, Habrán leído a los Padres de la Iglesia , ¿sabrán qué es el
“fermentum”, gesto antiquísimo de comunión entre obispos?”
IXº Seminario Internacional Desarrollo y Territorio Italia-Argentina
Organizado por la Universidad Nacional de La Plata , como ente adherente del Corredor Productivo Turístico
Cultural Italia-Argentina CPTCIA y
coordinado por la
Agencia Coordinación Territorial Italia-Argentina. Se desarrollará el
día 24 de noviembre el IXº Seminario
Internacional Desarrollo y Territorio Italia-Argentina. La participación es
gratuita, solicitando y presentando una ficha de admisión al mail info@corredorproductivo.net y está dirigida a: funcionarios, dirigentes, profesionales,
delegados, gerentes, administradores, titulares de empresas, socios-gerentes y
personal relacionado o integrantes
de entes públicos y privados, Centros de Formación, Centros de Investigación, ONG,
Empresas, Cámaras y Entes Financieros.
Los que asistan podrán presentar proyectos ante el
comité organizador al mail: info@corredorproductivo.net
Don Tonino Bello
Don Tonino, cuyo verdadero nombre era
Antonio Bello, fue un obispo católico nacido el 18 de marzo de 1935 en
Alessano, provincia de Lecce.
Ordenado sacerdote en 1957, fue educador en seminario y párroco.
Nombrado obispo en 1982 estuvo a cargo de la Diócesis de Molfetta,
Giovinazzo, Terlizzi y Ruvo di Puglia.
Campeón del diálogo, constructor infatigable de la paz, desde 1985
presidente nacional del movimiento Pax Christi, fue pastor bondadoso y protector de
los pobres, de los inmigrantes y de “los últimos”.
Cubierto de la
espiritualidad franciscana, Don Tonino paso por el mundo contemporáneo haciendo
de su vida una experiencia de servicio y de santidad.
Falleció en Molfetta el 20 de abril de 1993.
El 27 de noviembre de 2007, la Congregación por las Causas de los Santos, inició el proceso de
Beatificación de este obispo pugliese.
El 30 de abril de 2010 se realizó la primera
sesión pública en la Catedral
de Molfetta.
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