El 20 de junio se celebra el Día
de la Bandera, aunque en realidad no se trate del aniversario de su creación
(se creó un 27 de febrero), sino como homenaje a su creador, Manuel Belgrano.
El 20 de junio festejamos el Día
de la Bandera, en conmemoración del fallecimiento de su creador, el general
Manuel Belgrano. Él dedicó su vida a la patria, fue vocal en la Primera Junta
de gobierno creada en 1810, estuvo al frente de varias batallas para luchar por
nuestra independencia y creó la bandera nacional. Nuestra bandera, celeste y
blanca, fue izada por primera vez en Rosario, provincia de Santa Fe, y es por
ello que en esta ciudad y frente al río se encuentra el Monumento a la Bandera.
Belgrano, mucho más que el padre
de la Bandera
Manuel Belgrano propuso la
igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que "la
mujer es la que forma en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano".
No nos olvidemos que el feriado
del 20 de junio estamos honrando a un gran hombre. Se llamaba Manuel José
Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y había nacido en Buenos Aires el 3 de
junio de 1770. Estudió en el Colegio de San Carlos y luego en España, en las
Universidades de Valladolid y Salamanca. Llegó a Europa en plena Revolución
Francesa y vivió el clima de la época. Así pudo tomar contacto con las ideas de
Rousseau, Voltaire, Adam Smith y el fisiócrata Quesnay.
Se interesó por la fisiocracia,
que ponía el acento en la tierra como fuente de riqueza y por el liberalismo de
Adam Smith, que había escrito en 1776 que “La riqueza de las Naciones” estaba
en el trabajo de sus habitantes, en la capacidad de transformar las materias
primas en manufacturas. Belgrano pensó que ambas teorías eran complementarias
en una tierra con tanta riqueza natural por explotar.
En 1794 regresó a Buenos Aires
con el título de abogado y con el nombramiento de Primer Secretario del
Consulado, otorgado por el rey Carlos IV. El consulado era un organismo
colonial dedicado a fomentar y controlar las actividades económicas. Desde ese puesto,
se propuso poner en práctica sus ideas. Había tomado conciencia de la
importancia de fomentar la educación y capacitar a la gente para que aprendiera
oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país. Creó escuelas de dibujo
técnico, de matemáticas y de náutica.
Las ideas innovadoras de Belgrano
quedarán reflejadas en sus informes anuales del Consulado en los que tratará de
fomentar la industria y modificar el modelo de producción vigente. Desconfiaba
de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a poca gente,
desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas
manos. Su obsesión era el fomento de la agricultura y la industria.
El secretario del Consulado
proponía proteger las artesanías e industrias locales subvencionándolas con “un
fondo con destino al labrador al tiempo de las siembras como al de la
recolección de frutos”. Porque “La importación de mercancías que impiden el
consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva
tras sí la ruina de una nación”.
En Memoria al Consulado 1802
presentó un alegato industrialista: “Todas las naciones cultas se esmeran en
que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su
empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del
extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.
Belgrano pensaba que la primera
tarea que se debía emprender para construir un país más justo consistía en
modificar el sistema educativo colonial: “¡Triste y lamentable estado el de
nuestra pasada y presente educación! Al niño se lo abate y castiga en las
aulas, se le desprecia en las calles y se le engaña en el seno mismo de su casa
paternal”.
Don Manuel propuso la igualdad de
oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que “la mujer es la que forma
en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano”. Escribió: “El sexo femenino,
expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las
enfermedades que de ella se originan, expuestos a la prostitución, de donde
resultan tantos males a la sociedad”.1
Un pensamiento sabio, actual,
avanzado para la época, el de aquel hombre que en su lecho de muerte, en medio
de la pobreza, aquel 20 de junio de 1820 alcanzó a decir: “Yo espero que los
buenos ciudadanos de esta tierra trabajarán para remediar sus desgracias”.
1.
Luzuriaga Aníbal J. Manuel Belgrano. Estadista y
prócer de la independencia argentina, Univ. de Morón. Bs. As., , 2004.
El 27 de febrero de 1812,
Belgrano estableció dos baterías de artillería en ambas orillas del río Paraná,
próximas a la entonces pequeña población conocida como Villa del Rosario (la
actual ciudad de Rosario). En esa misma fecha, hacia las 18:30 hs, y en solemne
ceremonia, Belgrano dispuso que fuera por primera vez enarbolada una bandera de
su creación (se presume que de dos franjas horizontales, blanca la superior y
celeste la inferior). La tradición señala que esa primera bandera izada por
Belgrano fue confeccionada por una vecina de Rosario de nombre María Catalina
Echevarría de Vidal y quien tuvo el honor de izar la enseña fue un civil,
Cosme Maciel, también vecino de Rosario. En esta ciudad se encuentra el
Monumento Histórico Nacional a la Bandera asentado en el Parque Nacional a la
Bandera.
¡Soldados de la Patria! En este
punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado
nuestro Excmo. Gobierno: en aquel, la batería de la "Independencia",
nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos
interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la
Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo
"¡Viva la Patria!"
El Gobierno Nacional prohibió el
3 de marzo de 1812 al general Belgrano utilizarla, por razones de política
internacional, ordenándole que la ocultara disimuladamente y que la reemplazase
por la usada en la Fortaleza de Buenos Aires (la rojigualda). Como Belgrano
partió hacia el norte para hacerse cargo del Ejército del Norte, no tomó
conocimiento de la orden de desechar la bandera.
Luego de avanzar a San
Salvador de Jujuy, el 25 de mayo de 1812 celebró el segundo aniversario de la
Revolución de Mayo con un Te Deum en la iglesia matriz, durante el cual el
canónigo Juan Ignacio Gorriti la bendijo. El 29 de mayo Belgrano informó al
gobierno:
(...) el pueblo se complacía de
la señal que ya nos distingue de las demás naciones (...)
El Triunvirato amonestó por ello
a Belgrano el 27 de junio, quien contestó el 18 de julio diciendo:
La guardaré silenciosamente para
enarbolarla cuando se produzca un gran triunfo de nuestras armas.
El 24 de julio la entregó al
Cabildo de Jujuy. El triunfo lo obtuvo él mismo el 24 de septiembre de 1812 en
la Batalla de Tucumán.
En enero de 1813 Belgrano volvió
a confeccionar otra bandera, lo cual fue aceptado por la Asamblea del Año XIII
al iniciar sus deliberaciones el 31 de enero de 1813, siempre y cuando fuera
sólo usada como bandera del Ejército del Norte, y no del estado.
El día 13 de febrero de 1813,
después de cruzar el río Pasaje (desde entonces llamado también Juramento), el
Ejército del Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea
del Año XIII y fue Eustoquio Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de
conducir la bandera celeste y blanca reconocida por la Asamblea, tomó juramento
de fidelidad a la misma al general Belgrano, quien después hizo lo propio con
Díaz Vélez y el resto del ejército.
Cumpliendo con lo que Vuestra
Excelencia me ordena con fecha 1° del corriente, procedí este día a prestar el
reconocimiento y competente juramento de obediencia a la soberana representación
de la Asamblea Nacional bajo la solemnidad respetuosa de las armas a mi mando,
y según la fórmula que V.E. me prescribe. El acto creo haber sido uno de los
más solemnes que se han celebrado en toda la época de nuestra feliz revolución.
La bandera del Ejército fue conducida por el Mayor General D. Eustoquio Díaz
Vélez, a quien llevábamos en medio el Coronel Don Martín Rodríguez y yo
escoltados de una compañía de granaderos que marchaba al són de música. Formando
el Ejército en cuadro, se situó en medio dicho Mayor General con la bandera,
proclamé al ejército, anunciándole la nueva que motivaba aquel acto, e hice
leer en voz alta el oficio circular de V.E. e impreso adjunto. Inmediatamente
presté, por mi parte, el juramento a presencia de las tropas, y bajo la fórmula
prescripta, ante el Mayor General, quien lo ejecutó del mismo modo ante mí.
Continuaron después los coroneles y comandantes del ejército y, concluido el
juramento de éstos, interrogué bajo la misma fórmula a todos los individuos que
formaban el cuadro, quienes con sus expresiones y la alegría de sus semblantes,
manifestaban la sinceridad de sus promesas y el júbilo que había causado en
todos, el logro de sus justos deseos. Colocando después, el Mayor General, su
espada en cruz con la asta bandera, todas las tropas en desfilada, la fueron
besando de uno en uno, y finalizado éste acto, volvió el mismo Mayor General
con la bandera hasta el lugar de mi alojamiento a la cabeza de todos los
cuerpos, que le seguían a són de música. Yo no puedo manifestar a V.E. cuanto
ha sido el regocijo de las tropas y demás individuos que siguen a éste
ejército: una recíproca felicitación de todos por considerarse ya revestidos
con el carácter de hombres libres, y las más ardientes y reiteradas protestas
de morir antes de volver a ser esclavos, han sido las expresiones comunes con
que han celebrado tan feliz nueva y que deben afianzar las esperanzas de
cimentar, muy en breve, el gran edificio de nuestra libertad civil.
Recientemente este acontecimiento
ha sido reconocido como trascedente por los historiadores:
...[L]o ocurrido el 13 de febrero
de 1813 posee mayor significación porque éste es el momento en que nace, de
hecho, la bandera nacional, ininterrumpidamente enarbolada en lo sucesivo y
expresamente reconocida por el Congreso de Tucumán como la única enseña de los
argentinos. ... aquella ceremonia del 13 de febrero de 1813 a orillas del
Pasaje consistió en la solemne y definitiva incorporación al Ejército del Norte
de la bandera ideada por Belgrano –sin que aún podamos afirmar cuál era en
aquella oportunidad la distribución de sus colores, ante la cual jefes,
oficiales y soldados juraron obediencia a la Asamblea del Año XIII- y dentro de
la historia patria tiene mayor jerarquía que todas las otras vinculadas con el
pabellón argentino, por cuanto recién en este momento alcanza nuestra bandera
el carácter de símbolo de las Provincias Unidas.3
El 20 de febrero de 1813 se libró
la Batalla de Salta, en la cual Belgrano logró un triunfo completo. Esta es la
primera batalla que fue presidida por la bandera celeste y blanca, como bandera
del Ejército del Norte. Concluida la batalla de Salta la bandera fue colocada
en el balcón del Cabildo por Eustoquio Díaz Vélez y los trofeos apoderados de
los realistas ubicados en la Sala Capitular.
Díaz Vélez, nombrado gobernador
militar de la Intendencia de Salta del Tucumán, fue la primera autoridad
salteña en utilizar la bandera celeste y blanca.
Es bueno recordar que Eustoquio
Díaz Vélez la expondrá luego en el cabildo para manifestar que la Nación que se
gestaba se instalaba definitivamente en el hoy noroeste argentino.4
Fue usada durante la Segunda
expedición auxiliadora al Alto Perú hasta la batalla de Ayohúma el 13 de
noviembre de 1813.
La bandera fue adoptada
oficialmente como símbolo de las Provincias Unidas del Río de la Plata el 20 de
julio o 25 de julio de 1816 por el Congreso General Constituyente de San Miguel
de Tucumán. Es el mismo Congreso que había proclamado el 9 de julio de 1816 la
Independencia argentina. En dicho Congreso participaron diputados que
representaron a Tarija y otras zonas al norte de Argentina, actual Bolivia. En
esa sesión se confirmó el uso de la bandera creada por Manuel Belgrano como la
única bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta bandera es la
que la República Argentina recibió en herencia.
La primera bandera argentina
constaba de un cuadro celeste cosido a un cuadro blanco de igual tamaño (las
medidas son imprecisas, pues estas banderas eran elaboradas por militares en
servicio en circunstancias a veces adversas que no permitían tomar tanto tiempo
en la elaboración de un distintivo). Se cambió paulatinamente al diseño de
fajas horizontales debido a que en ocasiones las banderas eran de tamaños
desproporcionados y debían izarse de formas distintas. La bandera menor citada
está dividida en tres franjas horizontales de igual.
Bandera usada por Belgrano en 1812 y Bandera de la Provincia de Tucumán
desde 13 de abril de 2010
Bandera izada por Belgrano en Rosario hacia 1812
Primera bandera aprobada como oficial por las Provincias Unidas en 1816
Bandera de 1819 a 1820, cambiado a azul en detrimento del celeste por
negociaciones monárquicas con Francia
Bandera de Artigas usada por la Liga Federal entre 1815 y 1820
Bandera de la Argentina a fines de 1840
Bandera de la Confederación Argentina (1860)
Bandera civil de la Argentina hasta 1985. Como "bandera de
guerra" se usó siempre la bandera con el Sol de Mayo.
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