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Yo quiero a mi bandera: Belgrano, mucho más que el padre de la Bandera



El 20 de junio se celebra el Día de la Bandera, aunque en realidad no se trate del aniversario de su creación (se creó un 27 de febrero), sino como homenaje a su creador, Manuel Belgrano.

El 20 de junio festejamos el Día de la Bandera, en conmemoración del fallecimiento de su creador, el general Manuel Belgrano. Él dedicó su vida a la patria, fue vocal en la Primera Junta de gobierno creada en 1810, estuvo al frente de varias batallas para luchar por nuestra independencia y creó la bandera nacional. Nuestra bandera, celeste y blanca, fue izada por primera vez en Rosario, provincia de Santa Fe, y es por ello que en esta ciudad y frente al río se encuentra el Monumento a la Bandera.

Belgrano, mucho más que el padre de la Bandera
Manuel Belgrano propuso la igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que "la mujer es la que forma en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano".



No nos olvidemos que el feriado del 20 de junio estamos honrando a un gran hombre. Se llamaba Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y había nacido en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Estudió en el Colegio de San Carlos y luego en España, en las Universidades de Valladolid y Salamanca. Llegó a Europa en plena Revolución Francesa y vivió el clima de la época. Así pudo tomar contacto con las ideas de Rousseau, Voltaire, Adam Smith y el fisiócrata Quesnay.
Se interesó por la fisiocracia, que ponía el acento en la tierra como fuente de riqueza y por el liberalismo de Adam Smith, que había escrito en 1776 que “La riqueza de las Naciones” estaba en el trabajo de sus habitantes, en la capacidad de transformar las materias primas en manufacturas. Belgrano pensó que ambas teorías eran complementarias en una tierra con tanta riqueza natural por explotar.
En 1794 regresó a Buenos Aires con el título de abogado y con el nombramiento de Primer Secretario del Consulado, otorgado por el rey Carlos IV. El consulado era un organismo colonial dedicado a fomentar y controlar las actividades económicas. Desde ese puesto, se propuso poner en práctica sus ideas. Había tomado conciencia de la importancia de fomentar la educación y capacitar a la gente para que aprendiera oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país. Creó escuelas de dibujo técnico, de matemáticas y de náutica.
Las ideas innovadoras de Belgrano quedarán reflejadas en sus informes anuales del Consulado en los que tratará de fomentar la industria y modificar el modelo de producción vigente. Desconfiaba de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a poca gente, desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas manos. Su obsesión era el fomento de la agricultura y la industria.
El secretario del Consulado proponía proteger las artesanías e industrias locales subvencionándolas con “un fondo con destino al labrador al tiempo de las siembras como al de la recolección de frutos”. Porque “La importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí la ruina de una nación”.
En Memoria al Consulado 1802 presentó un alegato industrialista: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.


Belgrano pensaba que la primera tarea que se debía emprender para construir un país más justo consistía en modificar el sistema educativo colonial: “¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada y presente educación! Al niño se lo abate y castiga en las aulas, se le desprecia en las calles y se le engaña en el seno mismo de su casa paternal”.
Don Manuel propuso la igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer. Entendía que “la mujer es la que forma en sus hijos el espíritu del futuro ciudadano”. Escribió: “El sexo femenino, expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las enfermedades que de ella se originan, expuestos a la prostitución, de donde resultan tantos males a la sociedad”.1
Un pensamiento sabio, actual, avanzado para la época, el de aquel hombre que en su lecho de muerte, en medio de la pobreza, aquel 20 de junio de 1820 alcanzó a decir: “Yo espero que los buenos ciudadanos de esta tierra trabajarán para remediar sus desgracias”.
1.                  Luzuriaga Aníbal J. Manuel Belgrano. Estadista y prócer de la independencia argentina, Univ. de Morón. Bs. As., , 2004.

El 27 de febrero de 1812, Belgrano estableció dos baterías de artillería en ambas orillas del río Paraná, próximas a la entonces pequeña población conocida como Villa del Rosario (la actual ciudad de Rosario). En esa misma fecha, hacia las 18:30 hs, y en solemne ceremonia, Belgrano dispuso que fuera por primera vez enarbolada una bandera de su creación (se presume que de dos franjas horizontales, blanca la superior y celeste la inferior). La tradición señala que esa primera bandera izada por Belgrano fue confeccionada por una vecina de Rosario de nombre María Catalina Echevarría de Vidal y quien tuvo el honor de izar la enseña fue un civil, Cosme Maciel, también vecino de Rosario. En esta ciudad se encuentra el Monumento Histórico Nacional a la Bandera asentado en el Parque Nacional a la Bandera.

¡Soldados de la Patria! En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno: en aquel, la batería de la "Independencia", nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo "¡Viva la Patria!"


El Gobierno Nacional prohibió el 3 de marzo de 1812 al general Belgrano utilizarla, por razones de política internacional, ordenándole que la ocultara disimuladamente y que la reemplazase por la usada en la Fortaleza de Buenos Aires (la rojigualda). Como Belgrano partió hacia el norte para hacerse cargo del Ejército del Norte, no tomó conocimiento de la orden de desechar la bandera. 

Luego de avanzar a San Salvador de Jujuy, el 25 de mayo de 1812 celebró el segundo aniversario de la Revolución de Mayo con un Te Deum en la iglesia matriz, durante el cual el canónigo Juan Ignacio Gorriti la bendijo. El 29 de mayo Belgrano informó al gobierno:
(...) el pueblo se complacía de la señal que ya nos distingue de las demás naciones (...)
El Triunvirato amonestó por ello a Belgrano el 27 de junio, quien contestó el 18 de julio diciendo:
La guardaré silenciosamente para enarbolarla cuando se produzca un gran triunfo de nuestras armas.
El 24 de julio la entregó al Cabildo de Jujuy. El triunfo lo obtuvo él mismo el 24 de septiembre de 1812 en la Batalla de Tucumán.

En enero de 1813 Belgrano volvió a confeccionar otra bandera, lo cual fue aceptado por la Asamblea del Año XIII al iniciar sus deliberaciones el 31 de enero de 1813, siempre y cuando fuera sólo usada como bandera del Ejército del Norte, y no del estado.
El día 13 de febrero de 1813, después de cruzar el río Pasaje (desde entonces llamado también Juramento), el Ejército del Norte prestó juramento de obediencia a la soberanía de la Asamblea del Año XIII y fue Eustoquio Díaz Vélez, como mayor general, quien, además de conducir la bandera celeste y blanca reconocida por la Asamblea, tomó juramento de fidelidad a la misma al general Belgrano, quien después hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del ejército.

Cumpliendo con lo que Vuestra Excelencia me ordena con fecha 1° del corriente, procedí este día a prestar el reconocimiento y competente juramento de obediencia a la soberana representación de la Asamblea Nacional bajo la solemnidad respetuosa de las armas a mi mando, y según la fórmula que V.E. me prescribe. El acto creo haber sido uno de los más solemnes que se han celebrado en toda la época de nuestra feliz revolución. La bandera del Ejército fue conducida por el Mayor General D. Eustoquio Díaz Vélez, a quien llevábamos en medio el Coronel Don Martín Rodríguez y yo escoltados de una compañía de granaderos que marchaba al són de música. Formando el Ejército en cuadro, se situó en medio dicho Mayor General con la bandera, proclamé al ejército, anunciándole la nueva que motivaba aquel acto, e hice leer en voz alta el oficio circular de V.E. e impreso adjunto. Inmediatamente presté, por mi parte, el juramento a presencia de las tropas, y bajo la fórmula prescripta, ante el Mayor General, quien lo ejecutó del mismo modo ante mí. Continuaron después los coroneles y comandantes del ejército y, concluido el juramento de éstos, interrogué bajo la misma fórmula a todos los individuos que formaban el cuadro, quienes con sus expresiones y la alegría de sus semblantes, manifestaban la sinceridad de sus promesas y el júbilo que había causado en todos, el logro de sus justos deseos. Colocando después, el Mayor General, su espada en cruz con la asta bandera, todas las tropas en desfilada, la fueron besando de uno en uno, y finalizado éste acto, volvió el mismo Mayor General con la bandera hasta el lugar de mi alojamiento a la cabeza de todos los cuerpos, que le seguían a són de música. Yo no puedo manifestar a V.E. cuanto ha sido el regocijo de las tropas y demás individuos que siguen a éste ejército: una recíproca felicitación de todos por considerarse ya revestidos con el carácter de hombres libres, y las más ardientes y reiteradas protestas de morir antes de volver a ser esclavos, han sido las expresiones comunes con que han celebrado tan feliz nueva y que deben afianzar las esperanzas de cimentar, muy en breve, el gran edificio de nuestra libertad civil.


Recientemente este acontecimiento ha sido reconocido como trascedente por los historiadores:
...[L]o ocurrido el 13 de febrero de 1813 posee mayor significación porque éste es el momento en que nace, de hecho, la bandera nacional, ininterrumpidamente enarbolada en lo sucesivo y expresamente reconocida por el Congreso de Tucumán como la única enseña de los argentinos. ... aquella ceremonia del 13 de febrero de 1813 a orillas del Pasaje consistió en la solemne y definitiva incorporación al Ejército del Norte de la bandera ideada por Belgrano –sin que aún podamos afirmar cuál era en aquella oportunidad la distribución de sus colores, ante la cual jefes, oficiales y soldados juraron obediencia a la Asamblea del Año XIII- y dentro de la historia patria tiene mayor jerarquía que todas las otras vinculadas con el pabellón argentino, por cuanto recién en este momento alcanza nuestra bandera el carácter de símbolo de las Provincias Unidas.3

El 20 de febrero de 1813 se libró la Batalla de Salta, en la cual Belgrano logró un triunfo completo. Esta es la primera batalla que fue presidida por la bandera celeste y blanca, como bandera del Ejército del Norte. Concluida la batalla de Salta la bandera fue colocada en el balcón del Cabildo por Eustoquio Díaz Vélez y los trofeos apoderados de los realistas ubicados en la Sala Capitular.
Díaz Vélez, nombrado gobernador militar de la Intendencia de Salta del Tucumán, fue la primera autoridad salteña en utilizar la bandera celeste y blanca.
Es bueno recordar que Eustoquio Díaz Vélez la expondrá luego en el cabildo para manifestar que la Nación que se gestaba se instalaba definitivamente en el hoy noroeste argentino.4
Fue usada durante la Segunda expedición auxiliadora al Alto Perú hasta la batalla de Ayohúma el 13 de noviembre de 1813.

La bandera fue adoptada oficialmente como símbolo de las Provincias Unidas del Río de la Plata el 20 de julio o 25 de julio de 1816 por el Congreso General Constituyente de San Miguel de Tucumán. Es el mismo Congreso que había proclamado el 9 de julio de 1816 la Independencia argentina. En dicho Congreso participaron diputados que representaron a Tarija y otras zonas al norte de Argentina, actual Bolivia. En esa sesión se confirmó el uso de la bandera creada por Manuel Belgrano como la única bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta bandera es la que la República Argentina recibió en herencia.

La primera bandera argentina constaba de un cuadro celeste cosido a un cuadro blanco de igual tamaño (las medidas son imprecisas, pues estas banderas eran elaboradas por militares en servicio en circunstancias a veces adversas que no permitían tomar tanto tiempo en la elaboración de un distintivo). Se cambió paulatinamente al diseño de fajas horizontales debido a que en ocasiones las banderas eran de tamaños desproporcionados y debían izarse de formas distintas. La bandera menor citada está dividida en tres franjas horizontales de igual.



  Bandera usada por Belgrano en 1812 y Bandera de la Provincia de Tucumán desde 13 de abril de 2010



  Bandera izada por Belgrano en Rosario hacia 1812



  Primera bandera aprobada como oficial por las Provincias Unidas en 1816



  Bandera de 1819 a 1820, cambiado a azul en detrimento del celeste por negociaciones monárquicas con Francia



  Bandera de Artigas usada por la Liga Federal entre 1815 y 1820




  Bandera de la Argentina a fines de 1840




  Bandera de la Confederación Argentina (1860)



  Bandera civil de la Argentina hasta 1985. Como "bandera de guerra" se usó siempre la bandera con el Sol de Mayo.




Homenaje a Manuel Belgrano

Recordando a un gran héroe argentino


Paseos, momentos en familia o con amigos, comidas ricas y descanso. Todas estas opciones caben en un feriado como el de hoy. Pero también está bueno tener presente qué estamos celebrando. Y qué mejor manera de conmemorar el Día de la Bandera que recordar la vida de su creador. 


Hoy un día especial
SU CREACIÓN. El El 27 de febrero de 1812 enarboló a orillas del Paraná la bandera argentina


Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Su padre, don Domingo Belgrano, fue un comerciante rico. "Como le tocó el tiempo del monopolio, adquirió riquezas para vivir cómodamente y dar a sus hijos la educación mejor de aquella época", escribió el prócer en su autobiografía. De chico estudio en el Real Colegio de San Carlos, en Buenos Aires. 

Junto con su hermano Francisco viajó a Europa para completar sus estudios. Se recibió como bachiller en leyes y de abogado en 1789. Pero lo que realmente lo sedujo fueron las ideas políticas a las que accedió lejos de la aislada BuenosAires. "En los primeros momentos en que tuve la suerte de encontrar hombres amantes al bien público que me manifestaron sus útiles ideas, se apoderó de mí el deseo de propender cuanto pudiese al provecho general, y adquirir renombre con mis trabajos (...) dirigiéndolos a favor de la patria", escribió al recordar aquellos años. 

Volvió a Buenos Aires en 1794 con el cargo de secretario perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Pero el hombre que se había preparado para las leyes, se empezó a acercar al mundo de la guerra. 

Participó de la defensa de la ciudad durante las Invasiones Inglesas y, tras ejercer el cargo de vocal en la Primera Junta de Gobierno en 1810, fue nombrado jefe del Ejército Libertador del Paraguay. Hacia allí marchó. 

Cuando el Triunvirato se enteró de la existencia de la bandera le exigió que la eliminara. Pero Belgrano no lo escuchó y la hizo bendecir en Jujuy el 25 de mayo de 1812. En una carta cargada de indignación, le respondió al gobierno centralista de Buenos Aires que había hecho izar el estandarte para exigir "que estas provincias se cuenten como una de las naciones libres del globo".

El 23 de agosto de 1812 fue el último que salió de Jujuy: el pueblo enteró había desmantelado y abandonado la ciudad para seguir a las tropas hasta Tucumán. El objetivo del éxodo fue impedir que los realistas que llegaban desde el norte pudieran abastecerse. 

El 27 de febrero de 1812 enarboló a orillas del Paraná la bandera argentina, que él había creado ¿Por qué la hizo celeste y blanca? Hay varias teorías. La más extendida es la que sostiene que se inspiró en el cielo. Pero no es la única: es posible que haya tomado los colores del manto de la Inmaculada Concepción de María, de la cual era devoto. Otra posibilidad es que haya optado por ellos porque eran los colores que distinguían a la dinastía borbónica (que también se había inspirado en el manto de la Virgen). 

Belgrano no había nacido con vocación militar, pero la vida lo consagró como uno de los mejores. La batalla que les ganó a los realistas en Tucumán fue fundamental para la causa de la revolución: fue el primer triunfo en el norte y frenó la avanzada realista. Al mando de sus soldados y de patriotas tucumanos y jujeños enfrentó a los españoles en el Campo de las Carreras (en la zona en la que actualmente está la plaza Belgrano, en Barrio Sur). 


belgrano
SU MUERTE. "¡Ay, patria mía!", dijo antes de despedirse. 


Como la batalla se había producido el 24 de septiembre, día de la Virgen de La Merced, la procesión había sido postergada. En la jornada fijada para la celebración los fieles marcharon detrás de la imagen de María hasta el lugar en el que se había producido el combate. Allí, Belgrano se acercó a la Virgen y colocó en sus manos el bastón de mando que él llevaba. "La conmoción fue entonces universal: hay ciertas sensaciones que perderían mucho queriéndolas describir", recordó el general José María Paz -que fue testigo del hecho- en sus memorias. 

Belgrano murió a las 7 de la mañana del 20 de junio de 1820. Fue amortajado con un hábito dominico, como lo había pedido, y fue sepultado en el templo de Santo Domingo. Sólo un diario hizo mención a su fallecimiento. 

Había pasado los últimos días en la casa que había sido de sus padres y sumido en la pobreza. Al dictar su testamento, le encargó a su hermano sacerdote que velara por las escuelas que había fundado y que supervisara el pago de sus deudas, un tema que lo mortificó hasta el último día. De tan pobre que estaba le terminó pagando a su médico con un reloj. 

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patria

Ser libres cada 25 de mayo...




El 25 de mayo, está íntimamente relacionado con las luchas por la libertad, por la independencia, por los derechos de los hombres y mujeres de este continente.
A partir de las invasiones inglesas en, 1806 y 1807, los criollos habían aprendido que España no tenía el poder suficiente para dominar y proteger sus colonias. Por otra parte habían comenzado a formar regimientos armados para evitar el avance invasor.
Otro hecho sustantivo, fue la avanzada de Napoleón sobre el Reino de España y la consecuente prisión de Fernando VII.
En 1809, la acción revolucionaria americana se inicia en Chuquisaca (ayer Alto Perú, hoy Bolivia) con el llamado “Primer Grito Libertario de América”. Es cierto que previo hubo muchos gritos, en particular de los pueblos originarios como la rebelión de Tupac Amarú. Sin embargo la revuelta liderada por Juan Antonio Álvarez de Arenales ha sabido nutrirse de esas luchas previas y alcanzar el fuego revolucionario con la expulsión del presidente de la Real Audiencia, el español Ramón García Pizarro.
Un año después, 1810, el calor del fuego iniciado en Chuquisaca prendió en la cuenca del Río de la Plata, en el puerto de Santa María de los Buenos Ayres. Los revolucionarios, agrupados en el cabildo de esta ciudad, protagonizan lo que se llama la “Revolución de Mayo”. Los patriotas levantan la bandera de la unidad americana ante el dominio extranjero. Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli y tantos otros son las voces revolucionarias que 204 años después aún resuenan.
Un pueblo que se une y se organiza puede conseguir lo que quiere...


Como los patriotas de aquel 25 de Mayo,  conocedores de la realidad y de las problemáticas sociales... ¿No será éste un buen momento para que, imitando a los forjadores de nuestra Patria, tomemos la posta y comencemos a luchar por lo que consideramos justo?

Y retomando las palabras de Mariano Moreno “...El pueblo no debe contentarse con que seamos justos, sino que debe tratar de que lo seamos ferozmente. Por que defender lo de todos es defender lo nuestro...”


En nuestras manos se encuentra la posibilidad de seguir haciendo de esta ciudad y de este país, un lugar con acervo histórico y cultural.
Nuestro deseo, que el trabajo, la salud, la educación y la justicia sean un derecho y una realidad para todos.

Sólo el esfuerzo en conjunto permitirá construir el país que todos merecemos en donde todos los ciudadano  puedan sentir en sus vidas el amplio sentido de la dignidad.


20 de junio de 1820 - Día de la Bandera

En 1812, la política exterior del Primer Triunvirato se basaba en sostener que el objetivo de la Revolución de Mayo era preservar estos territorios para Fernando VII, que seguía cautivo de Napoleón, pero muchos, como Manuel Belgrano pensaban que ya era tiempo de pensar en la Independencia.



A fines de 1811, aumentaron los ataques españoles contra las costas del Paraná ordenadas por el gobernador español de Montevideo, Pascual Vigodet. Frente a esto el Triunvirato encargó el 24 de enero de 1812 a Manuel Belgrano partir hacia Rosario con un cuerpo de ejército. El general Belgrano logró controlar las agresiones españolas e instalar una batería (una especie de fuerte militar) en las barrancas del Paraná, a la que llamó Libertad. A Belgrano le pareció absurdo que sus soldados siguieran usando distintivos españoles por lo que solicitó y obtuvo permiso para que sus soldados usaran una escarapela. Por decreto del 18 de febrero de 1812, el Triunvirato creaba, según el diseño propuesto por Belgrano, una "escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata de dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían".


Manuel Belgrano no estaba sólo en sus ideales independentistas. Así pensaba por aquel entonces Bernardo de Monteagudo, líder de la Sociedad Patriótica y futuro secretario de San Martín: "Sería un insulto a la dignidad del pueblo americano, el probar que debemos ser independientes: este es un principio sancionado por la naturaleza, y reconocido solemnemente por el gen consejo de las naciones imparciales. El único problema que ahora se ventila es, si convenga declararnos independientes, es decir, si convenga declarar que estamos en la justa posesión de nuestros derechos. Antes de todo es preciso suponer, que esta declaración sea cual fuese el modo y las circunstancias en que se haga, jamás puede ser contraria a derecho, porque no hace sino expresar el mismo en que se funda. Bernardo de Monteagudo, Mártir o Libre, domingo 29 de marzo de 1812.

                                                  La creación de la  bandera 

Manuel Belgrano seguía empeñado en avanzar en el camino hacia la libertad. El 27 de febrero de 1812,   inauguró una nueva batería, a la que llamó Independencia. Allí hizo formar a sus tropas frente a una bandera que había cosido doña María Catalina Echeverría, una vecina de Rosario. La bandera tenía los colores de la escarapela y su creador ordenó a sus oficiales y soldados jurarle fidelidad diciendo "Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad.".
 
Al enterarse el Triunvirato de la decisión de Belgrano de crear una bandera propia, reaccionó inmediatamente: "El gobierno deja a la prudencia de V.S. mismo la reparación de tamaño desorden (la jura de la bandera), pero debe prevenirle que ésta será la última vez que sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad y los intereses de la nación que preside y forma, los que jamás podrán estar en oposición a la uniformidad y orden. V.S. a vuelta de correo dará cuenta exacta de lo que haya hecho en cumplimiento de esta superior resolución".


Pero Manuel Belgrano no llegó a enterarse de esta resolución hasta varios meses después de emitida y siguió usando la bandera nacional que fue bendecida el 25 de mayo de 1812 en la Catedral de Jujuy por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti.
En julio recibió finalmente la intimación del Triunvirato y contestó admitiendo que en dos oportunidades había izado la bandera para "exigir a V.E. la declaración respectiva en mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones libres del globo". Concluye la carta indignado diciendo que destruirá la bandera: "La desharé para que no haya ni memoria de ella. Si acaso me preguntan responderé que se reserva para el día de una gran victoria y como está muy lejos, todos la habrán olvidado".

                                                           Juramento de  la bandera 
En octubre de 1812 caía el Primer Triunvirato y las cosas comenzaban a cambiar. El Segundo Triunvirato, bajo la influencia de la Logia Lautaro creada por San Martín y la Sociedad Patriótica dirigida por Bernardo de Monteagudo, dio un nuevo impulso a la guerra revolucionaria, avaló lo actuado por Manuel Belgrano y éste pudo hacer jurar la bandera por sus tropas a orillas del río Pasaje, que desde entonces se llama Juramento.
Hasta llegar a ser como la conocemos hoy, la bandera nacional sufrió cambios de colores, de formas, leyes, y decretos.

                                               Los colores de la enseña patria

Hay muchas teorías sobre las fuentes de inspiración para la creación de la escarapela de la que derivan los colores de la bandera. Mirándolo con atención, todas las teorías tienen una relación entre sí. Los colores del cielo fueron tomados para representar el manto de la Inmaculada Concepción. Estos colores, a su vez fueron elegidos por la dinastía de los Borbones para la condecoración más importante que otorgaban: la Orden de Carlos III, celeste, blanca y celeste, y de allí surgió el color del penacho de los patricios y, seguramente, la escarapela.

El Congreso de Tucumán se encargó de desagraviar a Manuel Belgrano de aquel famoso reto del Triunvirato reivindicando su actuación patriótica y ratificando la bandera "celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo sucesivo" como símbolo nacional. Durante la época de Rosas, sus partidarios se identificaban con el color rojo, mientras que sus opositores unitarios lo hacían con el celeste. Para evitar confusiones, Juan Manuel de Rosas mandó oscurecer la bandera que pasó a ser azul, blanca y azul, con cuatro gorros frigios, uno en cada ángulo.
 
Tras la caída de Rosas en 1852, la bandera vuelve a ser celeste, blanca y celeste. Hasta que Sarmiento lo autorizó en 1869, estaba prohibido embanderar casas y edificios en las fechas patrias. Pero el presidente Roca en 1884 volvió a limitar su uso a las reparticiones oficiales como escuelas, cuarteles y barcos. Y aunque parezca mentira, se siguió discutiendo si debía ser azul y blanca o celeste y blanca hasta que en 1944 el presidente Farrell estableció por decreto que: "La bandera oficial de la Nación es la bandera con sol. 

Los colores están distribuidos en tres franjas horizontales celeste, blanca y celeste. El sol, con los treinta y dos rayos flamígeros y rectos, será del color amarillo del oro". Esta bandera fue durante mucho tiempo la bandera llamada "de guerra" y quedó reservada a los actos oficiales. Finalmente, en 1985, durante la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín se autorizó a todos los argentinos a usar la bandera con el sol en el centro.


                                                El Monumento a la Bandera
El proyecto se originó el 3 de mayo de 1898, cuando el Concejo Deliberante de la Ciudad de Rosario aprobó una ordenanza para levantar un monumento en homenaje a nuestra bandera y a su creador, justamente en el lugar donde Manuel Belgrano la hizo flamear por primera vez. El poder ejecutivo Nacional, por Ley del 30 de septiembre de 1903, se hizo cargo de las obras. Pero recién en 1943 comenzó la construcción a cargo del arquitecto Ángel Guido y los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti. Fue inaugurado el 20 de junio de 1957.

                                                            La conmemoración 
El 20 de junio de 1820 moría en Buenos Aires Manuel Belgrano en la pobreza extrema, asolado por la guerra civil. Además de ser el creador de la bandera,Manuel  Belgrano fue uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social, entre otras muchas cosas. Las ideas innovadoras de Manuel Belgrano quedarán reflejadas en sus informes anuales del Consulado. Hemos elegido para recordarlo en esta fecha una de sus preocupaciones centrales en materia económica: el fomento de la agricultura y de la industria.
                                                            El Hombre y su trayectoria
Manuel Belgrano desconfiaba de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a muy poca gente, no desarrollaba la inventiva, desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas manos. Su obsesión era el fomento de la agricultura y la industria.
El secretario del Consulado proponía proteger mediante la subvención las artesanías e industrias locales. Consideraba que “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. En Memoria al Consulado 1802 presentó todo un alegato industrialista: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”. Y más tarde insistiría: “Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún caso suficientes a establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria”.
Las ideas innovadoras de Manuel Belgrano encontraron la firme oposición de los miembros del Consulado, quienes eran a su juicio “todos comerciantes españoles, exceptuando uno que otro, que nada sabían más que su comercio monopolista, a saber: comprar por cuatro para vender con toda seguridad a ocho”.

En un artículo aparecido en el Correo de Comercio, Belgrano destacaba la imperiosa necesidad de formar un sólido mercado interno, necesario para una distribución equitativa de la riqueza: “El amor a la patria y nuestras obligaciones exigen de nosotros que dirijamos nuestros cuidados y erogaciones a los objetos importantes de la agricultura e industria por medio del comercio interno para enriquecerse, enriqueciendo a la patria porque mal puede ésta salir del estado de miseria si no se da valor a los objetos de cambio… Sólo el comercio interno es capaz de proporcionar ese valor a los predichos objetos, aumentando los capitales y con ellos el fondo de la Nación porque buscando y facilitando los medios de darles consumo, los mantiene en un precio ventajoso, tanto para el creado como para el consumidor, de lo que resulta el aumento de los trabajos útiles, en seguida la abundancia, la comodidad y la población como una consecuencia forzosa”.


Belgrano se había formado en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid, en España. En 1794, asumió como primer secretario del recientemente creado Consulado, desde donde se propuso fomentar la educación. Creó Escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica. Se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad durante las invasiones inglesas y fue uno de los más fervorosos defensores de la causa patriota durante la Revolución de Mayo. Fue vocal de la Primera Junta de Gobierno, encabezó la expedición al Paraguay, durante la cual creó la bandera, el 27 de febrero de 1812. En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán, Salta y Las Piedras. Luego vendrían las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma y su retiro del ejército del Norte. En 1816 participó activamente en el Congreso de Tucumán.

Sus incansables preocupaciones abarcaron desde la enseñanza estatal gratuita y obligatoria, hasta la reforma agraria. Infatigable ante los obstáculos encontrados a su paso diría: “Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría a favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el bien común. Sin embargo, (…) me propuse echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos”.

                                                                   El prócer
Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. El joven Belgrano estudió en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid (España). En 1793 Belgrano se recibió de abogado y ese mismo año, ya en Buenos Aires, fué designado a los 23 años como primer secretario del Consulado. Desde allí se propuso fomentar la educación y capacitar a la gente para que aprendiera oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país. Creó escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica. En 1806 durante las invasiones inglesas, se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad. A partir de entonces, compartirá su pasión por la política y la economía con una carrera militar que no lo entusiasmaba demasiado. Pensaba que podía ser más útil aplicando sus amplios conocimientos económicos y políticos. Cumplió un rol protagónico en la Revolución de Mayo y fue nombrado vocal. Se le encomendó la expedición al Paraguay. En su transcurso creó la bandera el 27 de febrero de 1812. En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán (24-9-1812) y Salta (20-2-1813). Luego vendrán las derrotas de Vilcapugio (1-10-1813) y Ayohuma (14-11-1813) y su retiro del Ejército del Norte. En 1816 participará activamente en el Congreso de Tucumán.

Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorgó a Belgrano 40.000 pesos oro. Don Manuel lo destinará a la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Manuel Belgrano redactó además un moderno reglamento para estas escuelas que decía, por ejemplo, en su artículo primero que el maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer. Pero lamentablemente, el dinero donado por Manuel Belgrano fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos sucesivos a otras cosas y las escuelas nunca se construyeron.

Manuel Belgrano murió en la pobreza total el 20 de junio de 1820 en una Buenos Aires asolada por la guerra civil que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos. Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico se ocupó de la muerte de Belgrano. Para los demás no fue noticia.


Autor: Adaptación para El Historiador del libro de Felipe Pigna Los Mitos de la Historia Argentina, Buenos Aires, Norma. 2004.